El ministro de Defensa de Rusia, Sergei Shoigu, advirtió ayer que las fuerzas armadas rusas podrían emplear bombas de racimo en Ucrania si se certifica el envío de este tipo de munición por Estados Unidos al ejército ucranio.
Shoigu remarcó que las fuerzas armadas rusas hasta ahora se han abstenido de hacer uso de este tipo de munición, pero advirtió que si finalmente Kiev dispone de estas capacidades, Moscú se verá “obligada a utilizar armas similares”.
“Rusia está armada con toda la gama de municiones de racimo, y son mucho más efectivas que las estadunidenses”, manifestó Shoigu, indicó la agencia rusa de noticias Tass.
La administración de Joe Biden anunció la semana pasada el envío de este tipo de municiones, ante una contraofensiva que va más lenta de lo esperado. La decisión fue duramente criticada desde Rusia y también entre los aliados occidentales encontró rechazo, como en el caso de Gran Bretaña, Francia y Canadá, debido a que estas municiones son muy peligrosas para la población civil. Estas armas están prohibidas en más de 100 países, en particular en los europeos, signatarios de la Convención de Oslo de 2008, de la que ni Estados Unidos ni Ucrania ni Rusia son parte.
Shoigu aseguró además que las bajas militares ucranias superaron 26 mil desde el inicio de su contraofensiva en junio pasado.
En tanto, Dmitri Medvediev, vicesecretario del poderoso Consejo de Seguridad ruso, presidido por el presidente Putin, declaró que el aumento de la ayuda militar a Ucrania por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) acerca la Tercera Guerra Mundial.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, declaró a las autoridades turcas que “nadie” en Europa quiere ver a Turquía dentro de la Unión Europea, respondiendo así a la propuesta de Ankara para que Bruselas allane su camino para ingresar al bloque a cambio de permitir la adhesión de Suecia a la OTAN.