La transparencia en la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) enfrenta múltiples desafíos cuando se intenta aplicarla desde una perspectiva global hacia un nivel local. Uno de los principales retos radica en la complejidad de los estándares internacionales de RSE, que buscan establecer normas universales de conducta para las empresas. Sin embargo, estas directrices suelen estar basadas en valores y contextos culturales específicos, lo que puede generar dificultades al intentar implementarlas en comunidades locales con realidades y necesidades muy distintas.
En muchos casos, las iniciativas globales de RSE deben adaptarse a un contexto que podría no priorizar las mismas cuestiones sociales, ambientales o éticas, creando una desconexión entre la visión global y las expectativas locales.
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Otro desafío importante es la variabilidad en el acceso a la información y la capacidad de monitoreo a nivel local. Mientras que algunas empresas pueden contar con los recursos para implementar auditorías y evaluaciones transparentes de sus prácticas, en muchas comunidades locales el acceso a estos datos puede ser limitado o incluso inexistente.
Esta falta de acceso directo a información verificada puede generar una percepción de opacidad y reducir la confianza de las comunidades en las iniciativas y prácticas. A su vez, esta percepción puede llevar a cuestionar las verdaderas motivaciones de las empresas y limitar el impacto positivo que podrían tener sus programas de responsabilidad social.
La solidez de la Responsabilidad Social Empresarial se pone en duda cuando una empresa enfrenta problemas de conducta social o ambiental. Uno de los principales desafíos para la solidez de la comunicación de la RSE, en estas circunstancias es la recuperación de la credibilidad y la confianza de sus grupos de interés.
Cuando una empresa comete errores graves, como prácticas laborales deficientes o un impacto ambiental negativo, los stakeholders pueden cuestionar la autenticidad de sus esfuerzos. Este escepticismo dificulta que las empresas logren sostener un compromiso genuino con la Responsabilidad Social, ya que deben redoblar esfuerzos no solo para corregir sus errores, sino también para demostrar que estos compromisos son verdaderos y no solo una estrategia de relaciones públicas.
Un ejemplo puede ser la empresa de gas natural ENGIE, han estado apareciendo noticias de diversos accidentes explosiones en el norte del país que apuntan a descuidos de infraestructura, aún no hay una postura o reacción por la empresa en beneficio de los afectados, pero siguen presentando sus distintivos e iniciativas de Responsabilidad Social y Sustentabilidad generando confusión cuando se contrasta con lo que publican.
Cuando la cultura organizacional o los incentivos internos favorecen la obtención de beneficios a corto plazo sobre la sostenibilidad y la ética, cualquier intento de implementar prácticas o programas de RSE corre el riesgo de ser superficial. Las empresas que han cometido errores pueden encontrar dificultades para alinear todos los niveles de la organización con los principios éticos, enfrentando resistencias internas y externas que impiden que estas prácticas se arraiguen de manera auténtica y sólida.
Un reto importante es la gestión de la reputación y el impacto de la transparencia cuando la empresa intenta corregir sus acciones pasadas. Al comprometerse a ser más transparente en su actuar, la empresa corre el riesgo de exponer aún más sus errores, lo cual podría intensificar las críticas y, a su vez, afectar su imagen pública. Sin embargo, la falta de transparencia también es peligrosa, ya que puede ser interpretada como una falta de compromiso real.
Lograr el equilibrio entre mostrar un cambio genuino y evitar una percepción negativa adicional es un desafío complejo y delicado que muchas empresas enfrentan al intentar reconstruir su reputación.
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Author: Martha Elizalde Durán