La Cumbre del Clima de Dubái, COP28, llegó a su fin con un acuerdo que se califica como «histórico». Por primera vez, se reconoce la imperativa necesidad de que los países dejen atrás los combustibles fósiles para limitar el calentamiento global. Cada nación se compromete a realizar esta transición de acuerdo con sus condiciones específicas. Aunque este hito es celebrado como un avance significativo, no ha estado exento de críticas.
El acuerdo, alcanzado tras dos semanas de intensas negociaciones, aborda el Balance Global, un componente clave del proceso de revisión del Acuerdo de París. Publicado en las primeras horas de la mañana, fue aprobado sin objeciones por el plenario, poniendo fin a la primera fase de revisión y estableciendo un camino hacia la consecución de los objetivos del Acuerdo de París.
Este documento destaca la urgente necesidad de una transición ecológica, señalando la importancia de dejar atrás los combustibles fósiles y reducir las emisiones. El objetivo final es garantizar que el calentamiento global no supere los 1.5 grados centígrados para el final del siglo, una meta respaldada por la comunidad científica. No obstante, el acuerdo deja en manos de cada país la elección de su camino hacia esta transición.
El abanico de opciones abarca desde acelerar el uso de energías renovables hasta utilizar combustibles fósiles de bajas emisiones. Además, se reconoce el papel que deben desempeñar los llamados «combustibles de transición» para garantizar un suministro energético constante durante este proceso de cambio. Aunque el acuerdo establece principios, deja la implementación detallada a la discreción de cada nación.
Ausencia de medidas concretas
Las reacciones políticas no se hicieron esperar. El presidente de la COP28, Sultán Al Yaber, destacó el acuerdo como un «logro histórico y sin precedentes». El secretario de la ONU, António Guterres, también lo calificó como histórico, reconociendo que es la primera vez que se reconoce la necesidad de abandonar los combustibles fósiles después de años de bloqueo en el debate.
Por su parte, el comisario europeo de Acción Climática, Wopke Hoekstra, celebró el principio del fin de los combustibles fósiles. Sin embargo, estas declaraciones de optimismo se vieron contrarrestadas por críticas que señalan la falta de claridad y la ausencia de medidas concretas sobre financiamiento y adaptación, especialmente para los países más vulnerables y con menos recursos.
El cierre de la COP28 deja un panorama mixto. Mientras algunos consideran que el planeta está «tocado pero no hundido», otros critican que el acuerdo «se queda corto» en la extinción de los combustibles fósiles. La transición hacia un futuro sostenible es inevitable, pero las opiniones varían sobre la rapidez y la eficacia de las medidas propuestas.
Los verdaderos culpables
La organización Red de Acción Climática señaló que la decisión «pone en el candelero a los verdaderos culpables de la crisis climática: los combustibles fósiles», aunque advirtió de que presenta «agujeros» por los que la industria petrolera se puede escapar al respaldar «tecnologías sin comprobar e inseguras» (captura y almacenamiento de CO₂).
«No es la decisión que el mundo necesita o merece», pero supone un avance porque llama a la transición para abandonar los combusibles fósiles, declaró la experta en Clima de Greenpeace, Kaisa Kosonen.
El responsable de Energía y Clima de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz, lamentó que está «muy lejos de ser una respuesta» a la emergencia y climática y, aunque valoró los avances que supone, advirtió de que no hay tiempo para transicionar hacia ningún lado: «Lo que necesitamos es hacer una transformación rápida, justa y equitativa de los combustibles fósiles».