En el beisbol, la épica no es sólo un asunto de números. Aunque en pocos deportes obsesionan tanto las estadísticas, Randy Arozarena se propuso anoche ante Japón crear un microcosmos de jugadas monumentales para que México, su país por elección, avanzara a la final en el Clásico Mundial. No contaba el jardinero de Tampa Bay con que el cerrador Giovanny Gallegos, en una salida temerosa, iba a perder la ventaja y luego el partido (5-6).
Arozarena, pelotero de 28 años que huyó de la isla en 2015, conoció el encanto de una multitud en el estadio de Miami, multiplicándose con atrapadas que valieron el boleto. Después de que Luis Urías tronara el madero en la cuarta entrada, en un cuadrangular que impulsó tres carreras, el jardinero de los Rays convirtió el parque en un templo de su propiedad.
Cada batazo de los japoneses a las profundidades del jardín central era la certeza de que algo maravilloso estaba por pasar. Si los golpes de la vida no tumbaron a Arozarena, padre de una hija mexicana y dueño de las famosas Botas del Poder –su amuleto en Grandes Ligas– menos lo iban a hacer los batazos de los samurais. El cubano recorrió los senderos en el sexto rollo para colgarse de la cerca y entrometerse en el festejo de Kazuma Okamoto, quien terminó anulado con una atrapada espectacular.
Arozarena desafió las leyes de la locomoción y siguió en la suya. Como si en el guante escondiera un imán, el méxico-cubano apagó los bombazos de Kensuke Kondoh y Sosuke Genda con un par de atrapadas que valieron el out. Mientras Randy cruzaba los brazos y sonreía victorioso ante la cámara, todo empezó a cambiar tras el relevo de José Urquidy en la séptima baja.
Un cuadrangular de Masataka Yoshida por el jardín derecho impulsó las carreras de Kensuke Kondoh y Shohei Ohtani para el 3-3 momentáneo. Con la magia de una noche que parecía suya, Arozarena pegó un doble con línea al jardín derecho, Alex Verdugo lo impulsó al plato con otro doble. Un sencillo, esta vez de Isaac Paredes, amplió la ventaja tricolor tras la llegada a home de Jarren Duran.
Japón se acercó a falta de dos rollos para el final con la rayita de Takumu Nakano, pero aún no era suficiente. Para cerrar una noche vibrante, el mánager Benjamín Gil envió al cerrador Giovanny Gallegos al montículo, confiado en su récord ganador; sin embargo, como no todo depende de la estadística, el lanzador de los Cardenales sufrió golpes demoledores ante Ohtani y Murakami, los cuales significaron la derrota de México. Ahora Japón enfrentará a Estados Unidos este martes en la final del certamen.