Tras once años encadenando obras, el Museo de Cluny, único museo medieval de Francia, reabre al público mañana jueves con un recorrido cronológico más comprensible y accesible a las personas con movilidad reducida, un desafío para uno de los edificios más monumentales de París.
La intensa renovación que requería el museo, situado en pleno Barrio Latino, ha obligado a escalonar las obras para reducir al máximo el tiempo de cierre a los visitantes, limitado finalmente a unos dos años.
El cambio ha sido profundo y aparente: desde la renovación de los espacios interiores, la restauración de los monumentos y la construcción de una nueva entrada hasta la revisión del recorrido de la visita.
«Todas las personas, discapacitadas o no, podrán recorrer la totalidad del museo. Hay nuevos ascensores y todo de manera respetuosa con las limitaciones de un monumento histórico, que son muchas», explica a EFE la directora del centro, Séverine Lepape.
La última de las intervenciones que se hicieron en el museo, que acoge los espectaculares tapices de «La dama y el unicornio», dibujados con lana y seda en torno al año 1500, se remonta a los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Pese a la espectacularidad del lugar, dentro del Hôtel de Cluny que albergó durante varios siglos a los monjes de la orden de Cluny, el museo era un espacio mucho más lúgubre y desordenado de lo que resulta ahora.
Los rojos, verdes y azules de los muros han sido sustituidos por un color crema para dar más importancia a las obras y al propio edificio, con sus vidrieras medievales restauradas y sus techos góticos.
Las estatuas originales de los Reyes de Judá, que se encontraban en la fachada occidental de la Catedral de Notre Dame y fueron destrozadas por los revolucionarios a finales del siglo XVIII, siguen ocupando una de las salas principales del museo, adonde fueron llevadas tras su descubrimiento en el patio de un hotel parisino en 1977.
Las obras también han permitido agrandar algunos espacios para presentar algunas piezas en su totalidad, cuando antes se encontraban dispersas por el museo.
«Es una accesibilidad física e intelectual. La idea era hacer el medievo más comprensible. Es un período largo, de más de mil años, a menudo desconocido o fantaseado, y queríamos crear un hilo cronológico para hacer más comprensibles los grandes cambios y etapas artísticas que lo caracterizan», añade Lepape.
A las modificaciones se suman algunas mesas interactivas para que los espectadores puedan ver, por ejemplo, dónde se situaban las estatuas decapitadas de Notre Dame.
En su interior, un nuevo café permitirá recibir a los visitantes en un decorado medieval, que sirve como viaje en el tiempo en pleno centro de París.
La reapertura irá acompañada por una exposición temporal sobre la historia del edificio, aunque en paralelo algunas obras seguirán adelante. La próxima etapa: restaurar los jardines medievales que rodean el museo y que estarán listos para finales de 2023.