El viernes pasado, el Banco de México dio a conocer los datos de la balanza de pagos correspondientes al primer trimestre del año.
En contra de lo muchos esperábamos, yo me incluyo, se observa que la inversión extranjera directa (IED) en el primer trimestre del año bajó en 13.6 por ciento respecto al mismo periodo del 2023 y cerró en 20 mil 313 millones de dólares, considerando solo las inversiones entrantes.
Si se considera el saldo neto, es decir, restando las inversiones salientes, la cifra fue de 19 mil 155 millones de dólares, una cifra 13.5 por ciento por debajo de la del mismo periodo de 2023.
Las cifras del Banxico refieren que prácticamente la totalidad de la IED corresponde a inversiones que están realizando empresas extranjeras establecidas en México, pues las nuevas inversiones en el trimestre apenas llegaron a los 599 millones de dólares.
Incluso, el comunicado de Banxico señala que la operación de desinversión de la empresa Iberdrola, que vendió a un vehículo financiero controlado por el Fonadin 13 plantas eléctricas, aún no está anotada en el Registro Nacional de Inversión Extranjera.
Si se hubiera considerado esta transacción, el saldo neto de la IED habría sido de 12 mil 955 millones de dólares, una cantidad inferior en 47 por ciento a la cifra del primer trimestre del 2023.
La pregunta que hemos hecho en este espacio vuelve a surgir otra vez: ¿qué está pasando entonces con el nearshoring?
Es indiscutible que sí existe una fuerte demanda de terrenos industriales y también hay un aumento de la participación mexicana en las exportaciones a Estados Unidos.
El porcentaje de importaciones de EU proveniente de nuestro país alcanzó el 15.5 por ciento en marzo, muy por arriba del 11.3 por ciento proveniente de China, lo que muestra una importante recomposición del mercado norteamericano que favorece a las firmas establecidas en México.
Le he comentado en diversas ocasiones que hay dos factores que pueden incidir en los resultados de la IED.
Uno de ellos son los problemas de registro que subestiman las inversiones efectivamente realizadas.
Así como el Banxico detectó el retraso en el registro de la operación de Iberdrola, puede haber también desfases en otras operaciones.
Otro tema es la forma de de realizar inversiones por parte de las empresas chinas, que hace más complejo el detectarlas.
El segundo factor es el compás de espera que han abierto algunas compañías para la realización de sus proyectos.
Algunas están aguardando las elecciones del próximo 2 de junio para determinar si continúan con sus planes tal y como los tienen, o bien si hacen ajustes en función de los resultados electorales.
Y algunas más lo que esperan son los resultados de las elecciones de noviembre en Estados Unidos para poder calibrar correctamente las implicaciones que tendrán en sus proyectos, particularmente en el caso de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca a partir del año 2025.
Por lo pronto, una buena noticia que el viernes pasado dio a conocer el INEGI es que después de un tropezón en marzo, las exportaciones no petroleras de México recuperaron su dinamismo.
Las de la industria manufacturera crecieron en 12.9 por ciento, mientras que las del sector agropecuario lo hicieron en 22.6 por ciento.
Destacaron nuevamente las del sector del automóvil, que crecieron en 27.7 por ciento, lo que muestra que sigue a toda velocidad.
Pareciera que, pese a pronósticos en sentido opuesto, las exportaciones no petroleras seguirán funcionando como motor de la economía mexicana.