La Asamblea Nobel del Instituto Karolinska, de Estocolmo, anunció este lunes a los ganadores del Premio Nobel de Medicina 2023: la científica húngara Katalin Karikó y el científico estadunidense Drew Weissman quienes sentaron las bases para el desarrollo de las vacunas con ARN mensajero, como las usadas para detener la pandemia de covid-19, provocada por el coronavirus SARS-CoV-2.
Con la decisión de los ganadores ya referidos, el Nobel de Medicina de este año trasciende claramente el campo de la medicina y la práctica clínica y reconoce que la investigación científica biomédica puede salvar a la especie humana y todos sus campos de actividad: económica, política, artística, deportiva, etcétera.
Las vacunas son sustancias elaboradas, con diferentes procesos, para ser aplicadas a personas o animales y generar una respuesta de su sistema inmune o sistema de defensas, frente a un agente infeccioso. El ARN mensajero (o Ácido Ribonucleico mensajero) es una molécula con información genética que es determinante para que todo ser vivo sintetice, en un orden óptimo, su síntesis de proteínas y aminoácidos.
Literalmente, la Asamblea Nobel indicó que otorgó el Nobel a Katalin Karikó y a Drew Weissman “por sus descubrimientos sobre las modificaciones de la base nucleósida que permitió el desarrollo de vacunas eficaces de ARNm contra la covid-19”
“Los descubrimientos de los dos premios Nobel fueron críticos para desarrollar ARNm efectivo vacunas contra la covid-19 durante la pandemia que comenzó a principios de 2020. A través de sus hallazgos innovadores, que han cambiado fundamentalmente nuestra comprensión de cómo el ARNm interactúa con nuestro sistema inmunológico, los galardonados contribuyeron a la tasa de desarrollo de vacunas durante una de las mayores amenazas para la salud humana en la modernidad veces”.
RESPUESTA INMUNE
La primera vacuna se creó en 1796, cuando el británico Edward Jenner tomó material de una pústula de viruela y lo puso en contacto con un niño de 8 años, quien desarrolló inmunidad contra la viruela.
Originalmente, las primeras vacunas utilizaban virus debilitados de la enfermedad que se quería combatir. Posteriormente, a lo largo de 227 años, médicos y científicos han impulsado una evolución y mejora, hasta llegar a la nueva generación de vacunas que ya no trabajan con virus o bacterias completos, sino con una sola fracción del material genético de cada agente infeccioso, llamado ARN mensajero.
Los doctores Karikó y Weissman, quienes sólo usan una molécula con información genética del virus, lo cual es más complejo pero también más seguro y permitió producir vacunas nuevas en un año, en lugar de tardar seis o siete años, con las consecuencias que esto puede tener en una pandemia.
Las vacunas basadas en virus muertos o debilitados han estado disponibles durante mucho tiempo. Entre ellas se pueden enlistar las vacunas contra la poliomielitis, el sarampión y la fiebre amarilla. En 1951, Max Theiler fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por desarrollar la vacuna contra la fiebre amarilla.
Gracias al progreso de la biología molecular en las últimas décadas, las vacunas más modernas se han desarrollado con fragmentos específicos de virus, en lugar de virus completos, por ejemplo, partes del código genético viral. Las más nuevas buscan presentar al sistema inmune sólo las proteínas que se encuentran en la superficie del virus y esto estimula a la formación de anticuerpos bloqueadores de virus. Algunos ejemplos son las vacunas contra el virus de la hepatitis B y el virus del papiloma humano.
La producción de vacunas completas basadas en virus, proteínas y vectores requiere cultivos celulares a gran escala. Este proceso intensivo en recursos limita las posibilidades de producción rápida de vacunas como respuesta a brotes epidémicos y pandemias.
Por estos obstáculos en tiempo y producción, los investigadores tomaron el desafío de desarrollar tecnologías de vacunas independientes del cultivo celular.
REVOLUCIÓN CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA DEL SIGLO XXI
El interés en la tecnología de ARN mensajero para desarrollar vacunas comenzó a aumentar después de la llegada del año 2000. En 2010, varias empresas decidieron realizar fuertes inversiones económicas en su desarrtollo. Así surgieron las vacunas contra el virus del Zika y el coronavirus MERS-CoV; este último está estrechamente relacionado con el SARS-CoV-2. Después del brote del COVID-19 pandemia, fueron identificadas como potencial defensa dos vacunas de ARNm modificadas con base nucleósida que codifican el SARS-CoV-2. Las proteínas de superficie se desarrollaron a una velocidad récord. Los efectos protectores fueron de alrededor del 95 por ciento y ambas vacunas fueron aprobadas para su aplicación en personas en diciembre de 2020.