El papa Francisco defendió este lunes su modelo de Iglesia «participada» y «acogedora», también con las parejas homosexuales, en una respuesta a cinco cardenales críticos y a dos días de que arranque el Sínodo de Obispos.
Walter Brandmueller de Alemania, ex historiador del Vaticano; Raymond Burke, de Estados Unidos, a quien Francisco destituyó como presidente de la Corte Suprema del Vaticano; Juan Sandoval de México, arzobispo emérito de Guadalajara; Robert Sarah de Guinea, exprefecto para la liturgia; y Joseph Zen, arzobispo emérito de Hong Kong, presentaron al pontífice ‘dudas’ con la petición de que fueran respondidas antes de iniciar el sínodo.
El pontífice argentino respondió a todos ellos en español en un documento datado este 25 de septiembre y firmado por él y por su nuevo prefecto para la Doctrina de la Fe, el también argentino Víctor Manuel Fernández.
La carta fue entregada al Papa el 11 de julio de este año y el Papa Francisco les respondió con una carta de 7 folios en las que lejos de despejar esas dudas, ha provocado aún más preocupación a estos purpurados, según fuentes vaticanistas, motivo por el cual han decidido hacer público estas preguntas elevadas al Santo Padre.
Estas fueron las respuestas del papa Francisco
Uniones homosexuales: «No podemos solo juzgar»
En una de sus dudas, los cardenales se preguntaban si la Iglesia podría aceptar como «un bien, posible situaciones objetivamente pecaminosas» como las uniones homosexuales.
Francisco aclara que «la Iglesia tiene una concepción muy clara sobre el matrimonio», que es «una unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos».
Pero, puntualiza, «en el trato con las personas no hay que perder la caridad pastoral, que debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes».
«La defensa de la verdad objetiva no es la única expresión de esa caridad, que también está hecha de amabilidad, de paciencia, de comprensión, de ternura, de aliento. Por consiguiente, no podemos constituirnos en jueces que sólo niegan, rechazan, excluyen», señala en su ambigua respuesta.
Francisco cree que esa prudencia «debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio».
¿Mujeres en el altar?
Los cardenales también inquieren si aún es válida la carta apostólica de Juan Pablo II «Ordenatio Sacerdotalis» (1994) que negó la ordenación sacerdotal a mujeres.
Francisco responde que cuando el santo polaco defendió «de modo definitivo» la «imposibilidad» de ordenar mujeres, no las menospreciaba ni «otorgaba un poder supremo a los varones».
Así, Juan Pablo II también sostuvo «claramente que si bien sólo el sacerdote preside la Eucaristía, las tareas ‘no dan lugar a la superioridad de los unos sobre los otros’».
«Si esto no se comprende y no se sacan las consecuencias prácticas de estas distinciones, será difícil aceptar que el sacerdocio esté reservado sólo a los varones y no podremos reconocer los derechos de las mujeres o la necesidad de que participen, de diversas maneras, en la conducción de la Iglesia», defiende Francisco.
La Iglesia ante los cambios sociales
Otra «Dubia» apunta si la «Divina Revelación» debe ser «reinterpretada» en el mundo actual.
Francisco responde que si con «reinterpretar» quieren decir «interpretar mejor», entonces «la expresión es válida», según el Concilio Vaticano II.
«Si bien es cierto que la divina Revelación es inmutable y siempre vinculante, la Iglesia debe ser humilde y reconocer que nunca agota su insondable riqueza y necesita crecer en su comprensión», afirma.
Y agrega: «Los cambios culturales y los nuevos desafíos de la historia no modifican la Revelación, pero sí pueden estimularnos a explicitar mejor algunos aspectos de su desbordante riqueza».
Contra las imposiciones
Por último, los cardenales reprochan a Francisco su idea de una Iglesia «sinodal», abierta a la colaboración, y le preguntan si esto no puede «derrocar» la «suprema autoridad papal».
Bergoglio argumenta que la vida de la Iglesia «necesariamente implica participación real» no solo de la jerarquía sino «de todo el Pueblo de Dios de distintas maneras y en distintos niveles».
«Otra cosa es sacralizar o imponer una determinada metodología sinodal que agrada a un grupo», termina.
Hacia el Sínodo de Obispos
Las preguntas de los cardenales, entre los que hay algunos notorios críticos como Burke o Sarah, llegan dos días antes del Sínodo de Obispos que debatirá, entre otras cosas, cómo acoger al colectivo LGBT o dar mayor presencia a las mujeres.
Francisco, que ha permitido votar a mujeres y laicos, ha pedido un Sínodo «sin murmuraciones, ideologías y polarizaciones».
No es la primera vez que recibe las arremetidas del sector conservador. Su exhortación apostólica sobre la familia «Amoris Laetitia» (2016) provocó la reacción de Burke y otros, mientras que sesenta historiadores y teólogos denunciaron siete «herejías».