Este fin de semana el país se enfrenta a la mayor elección de su historia, es momento de reflexión. Los últimos seis años han sido de los más difíciles de la historia, tuvimos que enfrentar una pandemia que hace cien años no observábamos, el resultado fue más de 334 mil muertos, la economía se desplomó y el crecimiento de la producción apenas si alcanza para igualar el PIB por habitante prevaleciente en 2018, pudiéramos decir que sobrevivimos la crisis, pero perdimos la dinámica del bienestar. El reto al que se enfrenta el país el día de hoy es dinamizar la economía y elevar el bienestar de la población, esto en términos institucionales significa reconstruir la economía y desarrollar un sistema de bienestar que permita que la población cuente con una perspectiva de mejoría permanente.
Los retos son enormes y se requieren de rediseños estratégicos, hoy día se hace más evidente que la reconstrucción de la economía requiere empezar por establecer una economía compatible con el cambio climático que se ha manifestado de manera extrema en todo el territorio nacional. Se requiere refundar el sistema energético nacional de forma que enfrentemos el calentamiento global, hoy es el momento de fundar una empresa de energía nacional, para dar viabilidad a la economía en las décadas por venir, de no hacerlo seguirán prevaleciendo las pugnas y el deterioro ambiental. Esta debe ser una de las primeras tareas a las que se tiene que avocar el candidato que resulte ganador el próximo domingo.
Dar una dimensión regional al desarrollo nacional; hoy más que nunca tenemos que cerrar las brechas de ingreso a nivel nacional, Chiapas tiene un PIB por habitante de tan sólo el 15 por ciento del que prevalece en la Ciudad de México, no hemos logrado cerrar las brechas se han acrecentado a través del tiempo, en 2013 representaba el 38 por ciento. En términos de igualdad territorial no avanzamos, seguimos retrocediendo, el modelo de crecimiento no ha sido incluyente, sino que hoy por hoy tenemos establecido un sistema que acrecienta las desigualdades, y su carácter excluyente induce la migración entre regiones y los más osados buscan en el sueño americano una solución a su desesperanza.
Requerimos restructurar el sistema económico de suerte tal que logremos dinamizar la economía en su conjunto, ya que hoy por hoy la brecha respecto a Estados Unidos, medida por el cociente del PIB por habitante de México respecto a nuestro vecino del norte, en vez de cerrarse se ha abierto, en 1993 un año antes de que se firmara el tratado de libre comercio, representaba un 21 por ciento del PIB de nuestro vecino del norte, hoy significa tan solo el 16 por ciento. Es decir, vivimos en la comunidad de América del Norte, pero no hemos logrado,, con los acuerdos firmados un cierre en las brechas de ingreso. El nuevo gobierno que resulte ganador el próximo domingo requiere repensar la forma como se realizará la renegociación del tratado con Estados Unidos en 2025. Queda claro que tenemos que transformar la economía de una visión maquiladora – nearshoring – hacia una economía dinamizada por la innovación y el desarrollo de capacidades productivas.
Es claro que las elecciones no resolverán una agenda tan abultada como la que se menciona anteriormente; sin embargo, definirán la orientación que queramos dar a la transformación del país para los próximos seis años. En la soledad de la casilla se nos presentará una reflexión adicional: quien será la persona que podrá afrontar de mejor forma el cambio de presidente en Estados Unidos, que sin lugar a duda será un elemento de conflicto.
La encrucijada nacional se verá acrecentada con la redefinición de Estados Unidos en las urnas, que día a día se convierte en una zona de conflicto ya que su hegemonía se ve cuestionada no sólo por su falta de competitividad sino también por la falta de unidad nacional en torno a problemas estratégicos, como es el de la migración latinoamericana, que ha convertido al territorio nacional en un lugar de paso, agrandando los problemas nacionales. En esa perspectiva, el votante mexicano del próximo domingo requiere hacer una gran reflexión antes de emitir su voto, ya que son muchas cosas las que están en juego, y no es sólo cuestión de personalidades para dirigir el cambio, sino la estabilidad del país y su capacidad para gestionar un nuevo papel en la economía internacional. En esta perspectiva es una gran apuesta para todo el país, y la definición para el perfil nacional e internacional que queremos que tenga México.