El nombramiento de Karina Luján Luján como directora del Instituto Nacional del Derecho de Autor tiene diversas lecturas. La primera y más relevante es la importancia que el nuevo gobierno federal concede a las funciones de esta institución, que se desempeñó sin director general por espacio de 4 años.
Para quienes lo recuerdan, al deceso de Hugo Contreras en 2020, último director de la desconcentrada siguió la gestión de Marco Morales como “encargado de despacho”. A pesar de no haber sido ratificado en todo ese tiempo como director general, debemos reconocer que la experiencia y habilidad política de Morales fueron de enorme utilidad para mantener funcionando al Indautor. De hecho, podemos agradecer a este funcionario la puesta en marcha del registro en línea, que representa el avance más significativo en agilización de trámites en la última década en esta materia.
Los retos que enfrenta Luján al frente de Indautor no son menores. El Instituto es una pieza clave en el sistema de promoción a la cultura, no sólo por representar el primer escalón de protección a los autores individuales, sino para dotar de certeza a los contratos celebrados respecto de todo tipo de obras y vigilar el sistema de recaudación de regalías de las sociedades de gestión colectiva. En este último punto, Indautor tiene una constante tarea de supervisión a fin de mantener el precario equilibrio entre los establecimientos que utilizan obras, esencialmente música y audiovisuales, y las sociedades que cobran por ese consumo y deben repartir proporcionalmente a sus autores lo recaudado.
En la parte de registro, el Instituto también deberá evolucionar hacia el futuro, estableciendo con claridad los criterios necesarios en materia de protección de obras en las que participe Inteligencia Artificial generativa. En este punto, por ser un reto global, podemos estar más atentos a lo que en otras jurisdicciones se resuelva, pero no por ello debemos renunciar a tomar nuestras propias decisiones. En toda la parte digital, seguirán sin duda los desarrollos que vuelvan a desafiar las bases del sistema de compensación del derecho de autor, en la medida en que nuevas tecnologías irrumpan en el escenario.
Otra área de especial preocupación para la nueva directora es la de protección del patrimonio cultural inmaterial de los pueblos indígenas, que es una normativa en construcción en la que Indautor tiene un rol central. No sólo es por ley la autoridad competente para dirimir las controversias, sino que moralmente es la que cuenta con la mayor experiencia y capacidad de gestión en estos complejos temas. En ese sentido, el liderazgo que ha iniciado en el tema deberá sostenerse y reforzarse.
Finalmente, otra de las asignaturas pendientes y no menos importante es la difusión estratégica del derecho de autor como elemento cultural de cohesión. Superar el rechazo que sus normas provocan entre la población joven, y culturizarnos a todos en el necesario respeto que los autores demandan como proveedores primarios de la cadena virtuosa para la puesta a disposición de obras en nuestras pantallas y otras variadas formas de expresión.