Las gradas estaban llenas, adentro de la cancha el equipo se encontraba calentando y yo sostenía mi cámara, esperando el momento perfecto. De pronto, se escucha un pitido, los jugadores se reúnen al rededor del entrenador, se dan palabras de aliento y se discuten estrategias de juego.
Estoy en la línea de anotación y veo el balón en las manos del quarterback. En ese momento supe exactamente a dónde apuntar la cámara: la foto de mi mejor amigo recibiendo el pase de la primera anotación es uno de los momentos que más enorgullece de mi corta carrera profesional.
La independencia económica, la experiencia profesional y el reconocimiento de mi trabajo son solo algunos de los beneficios que obtengo al asumir una carga laboral y académica. Con la necesidad y el deseo de mejorar nuestros horizontes, muchos jóvenes dividimos mente y esfuerzo para lograr estudiar y trabajar al mismo tiempo.
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Es semana de exámenes y, además de estudiar por las tardes, tengo que encontrar tiempo para cubrir los eventos asignados, corro apresurado por el campus tratando de llegar a tiempo a cada clase y mis compromisos laborales.
Aquí y allá algún amigo me saluda y me pregunta si saldremos más tarde, yo solo sonrió y me encojo de hombros. Finalmente es fin de semana, creo que puedo sentarme a descansar cuando recuerdo que aún me faltan editar algunas fotos y las tareas para el lunes.
Darme tiempo para encontrar el equilibrio entre mis dos mundos no es una tarea fácil. Sigo necesitando de 8 horas diarias para dormir, a veces hasta más, y me doy cuenta de que cuando la presión laboral o académica son demasiadas no solo duermo menos, sino que también mi alimentación empeora y abandono actividades personales.
Afortunadamente, tengo la oportunidad de tener una familia y una institución académica que me apoyan para encontrar este equilibrio. No obstante, no es el caso de todos los jóvenes en México. Aproximadamente 500,000 mexicanos de entre los 15 y 24 años, según datos del último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Muchos jóvenes deben de tomar en cuenta los costos y tiempos de traslado a la inversión que implica recibir una educación. Sumado al desgaste experimentado por largas jornadas de trabajo y ocho horas de escuela comenzamos a vislumbrar la dificultad de mantener un horario saludable y tener acceso a las herramientas que permiten mejorar el panorama de vida.
Podría parecer desalentador, pero no todo son malas noticias. El INEGI informa que la tasa de deserción escolar durante el período 2022-2023 entre los jóvenes de México disminuyó del 13% al 9.2%, aproximadamente 652,00 jóvenes de los 7,247,300 que estudian, con o sin trabajo.
Trabajar y estudiar surgen de la misma aspiración; un futuro mejor. La motivación de ser la persona que deseas hace que te sobrepongas al esfuerzo y las dificultades. A pesar de nuestras diferencias todos los jóvenes soñamos con lo mismo.
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Author: Redacción GU