Si la competencia presidencial de Estados Unidos fuera una carrera de caballos, diríamos que los momios empezaron a inclinarse decididamente a favor de Kamala Harris para ganar… por una cabeza.
Por primera vez después de meses de una inédita campaña electoral, con un cambio de candidato y dos intentos de asesinato, el prestigioso sitio de sondeos electorales FiveThirtyEight ‘da color’.
Le asignó a la candidata demócrata una probabilidad de 60 por ciento de ganar las elecciones del martes 5 de noviembre.
En contraste, los momios para Trump cayeron a sólo 39 por ciento de posibilidad de que gane el Colegio Electoral.
Hasta ayer, de acuerdo con lo publicado por The New York Times, Trump y Harris se encontraban empatados a nivel nacional.
Pero los nuevos sondeos sugieren que el efecto del triunfo de Kamala Harris en el debate presidencial del 10 de septiembre empezó a hacer efecto en los estados más decisivos.
Mientras que la candidata demócrata fue unánimemente considerada la ganadora, Trump acaparó los comentarios negativos por reproducir comentarios falsos, y mendaces, de que inmigrantes haitianos estaban comiendo perros y gatos en Springfield, Ohio.
La tendencia a favor de Harris es similar en la mayoría de las encuestas con mayor credibilidad en Estados Unidos.
En Pensilvania, el sondeo del New York Times coloca a Kamala con un 50 por ciento de la intención de voto, frente a 46 por ciento para Trump, una diferencia por encima del margen de error.
La encuesta de la Universidad Quinnipiac tiene a la aspirante demócrata con una ventaja aún mayor, de 51 por ciento frente a 45 por ciento para Trump en el mismo estado.
Kamala Harris también aventaja ligeramente a Trump en Michigan y Wisconsin que, junto con Pensilvania, fueron los tres pilares del llamado muro azul, es decir los estados del Medio Oeste que le dieron el triunfo a Joe Biden en 2020.
Pero aún más revelador es el hecho de que Harris tiende a consolidar su ventaja entre las mujeres blancas, con y sin título universitario. Ese es un problema mayor para Trump, toda vez que el voto femenino en esos estados puede ser decisivo.
Uno de los factores que podría explicar el ascenso de la intención de voto a favor de Harris entre las mujeres fue su clara postura durante el debate presidencial en defensa de los derechos reproductivos de la mujer.
La candidata demócrata empezó también a robarle apoyo a Trump entre los varones blancos con título universitario.
Es decir que, a sólo siete semanas de las elecciones, el único pilar sólido de Trump sigue siendo el apoyo masculino, blanco, con bajos niveles de escolaridad y de bajos ingresos, especialmente en zonas rurales.
Ha surgido otro punto de apoyo para Trump, singular e inesperado, aunque de menor tamaño: son los varones afroamericanos, lo que según encuestas se explica por la percepción de que tuvieron menor desempleo y mejores salarios durante la era Trump que con Biden.
A favor de Harris opera el hecho de que las mujeres blancas con título universitario en los estados de Pensilvania, Michigan y Wisconsin son una proporción mayor del electorado que los hombres blancos sin título universitario y que los negros.
Pensilvania, Michigan y Wisconsin tienen la particularidad de ser económica, demográfica y culturalmente muy similares, razón por la cual siempre han votado a coro por el mismo partido en los últimos 80 años, salvo en una ocasión.
Si Harris mantiene esa ventaja durante las siguientes siete semanas, tendría asegurados los 270 votos electorales para derrotar a Donald Trump.
Aun si el expresidente republicano gana Carolina del Norte, Georgia y Nevada, se quedaría corto, porque necesitaría por lo menos uno de esos tres estados clave.
A pesar de las tendencias, la mayoría de los políticos y politólogos coincide que será una de las elecciones más cerradas en la historia de Estados Unidos.
Más o menos al estilo de la legendaria batalla Kennedy-Nixon de 1960, donde la diferencia de votos fue de 0.17%.
Aunque, claro, con ese margen tan estrecho Trump no reconocería la derrota como hizo Nixon.
(Esta columna se elaboró con el apoyo y datos brindados por José López Zamorano, corresponsal de EL FINANCIERO en Washington, DC.)