El ex presidente de Bolivia y líder del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales, sostuvo ayer que si le “ocurre algo” a él o a otro dirigente “que no entre al chantaje de algunos ministros”, será culpa del gabinete político y no del actual presidente Luis Arce, mientras cientos de campesinos tomaron por la fuerza y quemaron un nuevo mercado de comercialización de hoja de coca en La Paz, que era apoyado por el gobierno, con saldo de dos personas heridas.
Evo Morales aseguró que no cree que Luis Arce “esté metido en eso” pero también que hay ministros y ex altos cargos que buscan ejecutar un “plan negro” contra él y los legisladores de su partido Andrónico Rodríguez, Leonardo Loza y Gualberto Arispe, informó Página Siete.
El líder del MAS aseveró que miembros del gobierno contrataron a “guerreros digitales” para “atacarlo” en redes sociales. Morales señaló al equipo del Ministerio de Gobierno y a algunos funcionarios de la presidencia y del Viceministerio de Comunicación como responsables de estos movimientos.
En su intervención, acusó a los ministros Edmundo Novillo, Eduardo del Castillo y el ex titular de Gobierno Hugo Moldiz, entre otros. El Ejecutivo federal boliviano rechazó las afirmaciones de Morales.
El ex mandatario ha endurecido su discurso contra el Ministerio de Interior después de denunciar el robo de su teléfono celular durante un acto del MAS al que también asistió el ministro de esa cartera, Eduardo del Castillo. Morales escribió en su cuenta de Twitter que era la primera vez que les pasaba algo parecido y no quería pensar que “era parte de un ataque planificado para perjudicarlos”.
En la misma red social, el depuesto presidente señaló “a la derecha interna y externa y a los neoliberales golpistas” que armaron innumerables juicios, tantas persecuciones, amenazas y atentados, como responsables del supuesto complot.
Mientras, los campesinos opositores agrupados en la Asociación Departamental de la Hoja de Coca (Adepcoca), que marcharon del domingo al miércoles desde los valles subandinos de Yungas, rompieron un cerco policial de seguridad y luego atacaron la sede de sus adversarios labriegos, para terminar tomando las instalaciones y quemando las oficinas de la plaza.
La disputa es por el control de la comercialización de la planta en La Paz. Los cocaleros de Adepcoca señalan que ellos tienen derecho a ese mercado y no los que simpatizan con el gobernante MAS.
Los uniformados antimotines no ofrecieron resistencia, y dejaron pasar a la columna de campesinos. Al grito de “¡Viva la coca! ¡Los Yungas de pie, nunca de rodillas!” y con banderas bolivianas rojo, amarillo y verde, los cocaleros lanzaron primero petardos y piedras a las oficinas paralelas.
En el lugar asediado se observó a algunas personas que respondieron con petardos, fulminantes de dinamita, explosivos simples y bombas molotov. Los afiliados de Adepcoca llegaron el edificio de unos cuatro pisos e hicieron volar las puertas de ingreso con un explosivo. Luego prendieron fuego y quemaron unas bolsas de coca. Las personas que se encontraban en la terraza lograron salir por vías alternas.
Los problemas entre los dos bandos explotaron entre septiembre y octubre del año pasado y hasta ahora han dejado 38 civiles y 29 policías heridos. Alrededor de 90 por ciento del negocio de la hoja de coca legal de Bolivia, con un valor de unos 173 millones de dólares (3 mil 460 millones de pesos) al año, pasa por el mercado de Adepcoca, según cifras de la Organización de Naciones Unidas.