“Francisco Villa es un personaje importante en la memoria popular porque combatió la injusticia, luchó contra la opresión económica del hacendado y contra la presión política del porfirismo. Villa logró destruir el orden de cosas, transformó su destino y el camino de la Revolución Mexicana, es un personaje de leyenda”, expresa en entrevista el historiador Daniel Librado Luna.
Con motivo del Año de Villa y recordando el nacimiento de este personaje clave del siglo XX, el también investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) realizó el libro biográfico “Francisco Villa. Semblanza” (de descarga gratuita en la página del INEHRM).
“Su vida está llena de aventuras, es una vida extraordinaria, es decir, se sale de la normalidad, de lo cotidiano, del destino de un hombre de campo, él era un hombre que pertenecía a una familia desheredada, que no era propietaria, que tenía que trabajar en las tierras del patrón de la hacienda. Todas las horas de su día estaban dedicadas a trabajar como la gran mayoría de los mexicanos de entonces”, indica.
Librado Luna señala que México era un país rural con un antiguo régimen porque existían prácticas primitivas como el azote corporal a los peones si no cumplían la cuota diaria laboral, también había cárceles en las haciendas y era fácil que cualquier persona que criticara esa forma de vida fuera denunciada y llevada de leva por el ejército.
En el libro, el historiador recuerda que, según la versión del propio revolucionario, cambió su nombre Doroteo Arango por el de Francisco Villa después de que el “amo” de la Hacienda de Santa Isabel, Agustín López Negrete, intentó ejercer “derecho de pernada” (abuso sexual) con su hermana Martina.
“El joven Doroteo, al presenciar este episodio de violencia, disparó al ‘amo’ y le hirió una pierna. En la confusión, recomendó a sus familiares huir de la hacienda, mientras él se adentraba en la Sierra de la Silla. Inició así una vida errante como proscrito. Cambió entonces su nombre por el de Francisco Villa”, narra.
A partir de ese momento, Villa entendió el orden social de Chihuahua y fue el primero en levantarse en armas al llamado de Francisco I. Madero de 1911.
“Le tocó ser un perseguido, refugiarse en las montañas, conocer la región y gracias a eso se explican sus grandes dotes como revolucionario, como guerrillero, estas primeras correrías huyendo de la justicia porfirista y obligado a vivir en la intemperie comiendo carne cruda, recorriendo campamentos, viviendo en las montañas le dio conocimiento sobre la región y la gente que serán muy importantes en su tarea de dirigir ejércitos”.
¿A Villa no le gustaba el alcohol?
El alcoholismo es algo extendido en toda la Revolución, sin embargo, en la División del Norte sí hubo una especie de ley seca que Villa dictaminaba cuando se tomaban las ciudades o después de saqueos. Villa era muy estricto, imponía el toque de queda, la ley marcial y el cierre de cantinas sobre todo en ciudades de Chihuahua.
“Se dio cuenta que estaba ganando mucho prestigio entre otros jefes militares porque mantenía controlada a sus partidas revolucionarias y poco a poco eso derivó en ascenso hasta llegar a ser el jefe de la División del Norte”, responde.
Librado Luna detalla que el 29 de septiembre de 1913 se reunieron los principales líderes revolucionarios de Chihuahua, Durango y La Laguna en la Hacienda de la Loma para dejar atrás la lucha guerrillera y unificar las tropas. Organizaron un cuerpo del Ejército Constitucionalista para presentar batallas formales contra el Ejército federal, entonces por su experiencia, se eligió a Francisco Villa como general en jefe de la División del Norte.
“Tuvo los tres cuerpos: infantería, caballería y artillería. Además, Villa se preocupó por instalar un tren-hospital, una brigada sanitaria dedicada a la atención de los heridos, eso fue novedoso para el momento y tenía establecida su retaguardia que era Chihuahua, el primer estado conquistado por la revolución constitucionalista. Villa fue un gran estratega militar”, asevera.
El historiador comenta que la propaganda carrancista constitucionalista fue la que cambió la imagen de Villa.
“Cuando rompieron las facciones cuando y los villistas y zapatistas tomaron la Ciudad de México, la prensa carrancista los acusó de generadores de asesinatos, fusilamientos a mansalva, pero eso es parte de la guerra política entre las facciones porque la guerra militar se dio meses después, sin embargo, la guerra política se podía hacer desde los periódicos y ahí se le va a achacar a Villa que secuestró a una mesera del Hotel San Francis lo cual fue un suceso que creció más de lo que en realidad fue”.