“Me siento muy decepcionado del plan del Gobierno en este momento”, dijo el presidente Gustavo Petro el lunes pasado, en un auditorio en la populosa localidad bogotana de Ciudad Bolívar. Ante el delegado de organizaciones sociales locales, acompañado de buena parte de su Gabinete, manifestaba su desacuerdo con sus propias propuestas, o con la forma en la que estaban siendo ejecutadas. Hasta el viernes repitió encuentros con el mismo formato y ocupó titulares con nuevas declaraciones en ellos. Anunció un proyecto de ley para que las empresas financieras deban invertir en la economía popular, ordenó reducir las tarifas eléctricas, criticó a las empresas españolas con presencia en Colombia, reiteró que se inició un golpe en su contra al investigarlo por financiación electoral, convocó al pueblo a movilizarse en su defensa y a “constituirse en poder constituyente”, sin aclarar el camino elegido para modificar la Constitución. Esos fueron los titulares de una gira por las zonas más populosas y empobrecidas de ocho de las principales ciudades de Colombia en jornadas que bautizó Gobierno con los barrios populares y que, más allá de las frases sonadas, marcan una apuesta por galvanizar a sus bases urbanas y reforzar su llamado a un proceso constituyente que ha concentrado buena parte de la atención pública en las últimas semanas.
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