La cineasta británica Ali Ray, que presentó en el BCN Film Fest de Barcelona su largometraje documental «Frida Kahlo», considera que la artista mexicana «supo hacer lo difícil, pintar el dolor».
En una entrevista con EFE, Ray destaca que una de las cosas que más le impactó fue ver el cuadro «La columna rota», porque es «una representación rara de expresión del dolor físico en una pintura, pero hecha de una manera muy hermosa».
«Frida Kahlo» forma parte de la serie de películas para el cine «Exhibition on Screen» (exposición en pantalla), que tiene como objetivo mostrar exposiciones de arte que tienen lugar en todo el mundo, y que hasta ahora habían mostrado la obra de Renoir, Monet o Rembrandt, pero nunca se había hecho ninguna sobre mujeres artistas.
Ray afirma que el documental, de 90 minutos de duración, pretende «dar a conocer a una Frida artista, alejada de la figura más conocida, pero por otras cuestiones diferentes a su arte».
Ali Ray tenía la sensación de que «para comprender a la verdadera Frida era necesario ver su obra, acompañada por la opinión de expertos, entre ellos su biógrafa, directores de museos mexicanos o una de sus familiares».
La peculiaridad del documental, subraya la directora, es que el hilo conductor es «la propia voz a través de sus cartas, que son importantes para obtener una visión diferente de la Frida que todos conocemos como figura icónica, activista, que defiende distintos tipos de identidad, el género fluido, su fortaleza, pero al mismo tiempo las cartas evocan a alguien vulnerable».
Para entender mejor a Frida, el filme identifica aspectos inéditos, sobre todo, en «sus obras más tempranas, antes de conocer a Diego Rivera, que poco tienen que ver con los autorretratos en los que aparece con indumentaria indígena o mexicana».
Esas obras iniciales, subraya Ray, emparentan a Kahlo con las tendencias europeas.
De hecho, la película relaciona la obra de Frida con algunas de las corrientes y los iconos de la historia del arte europea, entre ellos la tradición de retratos de vírgenes e incluso en uno de sus autorretratos Kahlo se sitúa al mismo nivel que Jesucristo al pintarse a sí misma con una corona de espinas rodeando su cuello.
«Creo que Frida, influida por el catolicismo de su madre aunque no fuera especialmente religiosa, adoptó la iconografía católica», dice.
Ray considera que «si no se hubiera casado con Diego Ribera quizá habría vivido una relación más estrecha con las tendencias artísticas europeas».
La artista mexicana tuvo una larga y compleja relación con el pintor mexicano Diego Rivera, con el que estuvo casada en dos ocasiones (1929-1939 y 1940-1954).
Aunque muchas de sus obras sean vistas como surrealistas, Frida Kahlo, comenta la cineasta, no se consideraba surrealista, porque «ella decía que no partía en su obra de los sueños, sino de su propia realidad, quizá es que tenía una realidad muy onírica», admite.
En el fondo, agrega Ray, «Frida no quería que se la encasillara en ningún movimiento artístico, pero es indudable que hay elementos de surrealismo en su obra y quizá la obra más clara sea ‘Lo que el agua me dio’, en la que aparecen elementos que para ella eran reflejo de su vida».
Las pequeñas escenas que Kahlo incluye en este cuadro dentro de una bañera junto a sus pies, emparentan, según Ray, con otra obra maestra de la historia del arte como es «El jardín de las delicias» de El Bosco.
Como en El Bosco, en muchas de las obras de Kahlo «se aprecian pinceladas minúsculas, finas y exactas, que demuestran que era una artista brillante con habilidad para pintar un cuadro muy realista, que nada tiene que ver con la pintora naif que se piensa que era».