¿Te imaginas una instalación de fertilidad en la que puedan crecer hasta 30.000 bebés al año dentro de úteros artificiales? Esta es la apuesta conceptual en forma de vídeo de EctoLife, en la que los fetos aparecen alimentados a través de un cordón umbilical artificial dentro una cápsula igualmente sintética que controlaría tanto la temperatura como los nutrientes que necesitarían los bebés.
El vídeo, que no se presenta como ciencia ficción (aunque para nosotros no deja de ser un contenido distópico como Matrix, al menos actualmente) sino como una conversación realista para acabar con los problemas de natalidad en el mundo y con objeto de reducir el número de nacimientos prematuros y abortos que vivimos a día de hoy.
El concepto está ahí
Personas como Elon Musk, ya se han expresado abiertamente al respecto de la situación de natalidad que le espera al mundo y, al ser padre de nueve hijos hasta el momento, cree que está haciendo todo lo posible para evitar que el mundo sufra un colapso demográfico. Y es que una de las consecuencias más claras sería que no tendríamos suficiente capacidad laboral para impulsar la economía mundial (ya que el aumento de la esperanza de vida y la disminución de las tasas de fertilidad están poniendo en jaque el nivel de crecimiento de la población). Pero, ¿y si abordáramos el problema desde el punto de vista tecnológico?
El concepto EctoLife (que no es una empresa real ni laboratorio de investigación ni mucho menos) tiene como objetivo escalar la creación de un útero artificial a un nivel industrial y aplicarlo a los humanos. El Centro de Úteros Artificiales prevé una nueva y controvertida forma de quedarse embarazada, con el bebé creciendo en un entorno idealizado pero poco natural: «cápsulas de crecimiento» transparentes dispuestas por cientos en granjas de crianza de bebés humanos.
¿Existe este proyecto?
No. No hay planes inmediatos para construir una instalación de EctoLife. Su creador, Hashem Al-Ghaili es cineasta, comunicador y biotecnólogo molecular. Pero el experto cree que será posible que esto sea realidad dentro de unos años y que se generalice dentro de unas décadas. Uno de sus argumentos sería la posibilidad de eliminar el dolor, la intrusión o las necesidades especiales que requiere una embarazada para que el feto llegue a buen término ( estrés, dieta, sueño…). Según él, es un argumento a favor de un nuevo modelo de maternidad para que las generaciones venideras tengan hijos de una forma alternativa y sin dolor.
El proceso utilizaría la fertilización in vitro, lo que permitiría a los padres elegir el «embrión más viable y genéticamente superior», que también puede modificarse genéticamente para personalizar los rasgos, incluida la fuerza física y la eliminación de enfermedades hereditarias.
Las cápsulas o úteros artificiales estarían equipadas con una cámara alimentada por inteligencia artificial que escanearía continuamente el feto en busca de posibles anomalías genéticas y monitorearía el proceso de crecimiento general. Los padres, por su parte, podrían ver la evolución del hijo a través de una app. También podrían crear listas de música para los bebés o grabar mensajes para que sean reproducidos dentro de este útero tan particular. Y si esto nos parece un poco frío y desangelado, también plantean la posibilidad de utilizar la realidad virtual con un traje háptico (como en Ready Player One) para contar con una sensación más cercana del bebé que está en camino.
Quizá uno de los campos que más reflexión ética puede generar esta iniciativa tecnológica es la apertura a la posibilidad de modificar múltiples características del hijo nonato: selección de embriones, modelado genético, ingeniería genética… ¿Estaríamos creando súper bebés?