En los desbordados hospitales de Shanghái, los pacientes ancianos enfermos de Covid-19 -que tosen, gimen y tienen dificultad para respirar- colman los servicios de emergencia.
Tres años después de la aparición de los primeros casos mundiales de coronavirus en su territorio, China se enfrenta a una ola de enfermos desde el levantamiento de las medidas draconianas de su política «cero covid» el mes pasado.
Estas restricciones, que permitieron que la mayoría de los chinos se libraran en gran medida del virus desde 2020, provocaron una frustración creciente de la población y asestaron un duro golpe a la economía.
En Shanghái, una de las ciudades más ricas de China, la situación sanitaria es especialmente crítica. Desde diciembre 2022, aproximadamente 70% de la población, es decir, unos 18 millones de personas, habría contraído el virus según los medios de comunicación oficiales.
En dos hospitales de la megalópolis, se observaron cientos de pacientes, en su mayoría ancianos, tumbados sobre camillas en medio de servicios de emergencia saturados.
Muchos están conectados a perfusiones o botellas de oxígeno y permanecen bajo supervisión cardíaca.
La mayoría están envueltos con mantas, abrigos gruesos y gorros de lana. Algunos parecen inanimados. Otros reciben tratamiento fuera del edificio, en la acera, por falta de espacio.