Una realidad innegable es que a nadie o casi nadie le gusta pagar impuestos. El tributo que se paga sobre los ingresos obtenidos se conoce como Impuesto sobre la Renta (ISR). En la mayoría de los casos, el ISR se calcula sobre la diferencia entre ingresos percibidos y las deducciones erogadas.
En lo que respecta a los ingresos, no hay muchas alternativas: emitir una factura, entregar el bien o recibir un pago a cuenta del bien o servicio genera el ingreso. En cambio, las deducciones pueden ser más flexibles, varían según el modelo de negocio de cada empresa.
Para reducir el monto del ISR solo existen dos caminos: disminuir los ingresos o aumentar las deducciones. Con la factura electrónica, podría parecer sencillo incrementar las deducciones; basta con preguntarle al compadre qué se puede deducir, obtener la factura y pagarla. Pero la realidad es más compleja.
Un punto clave en el tema de las deducciones es que se relacionen con los fines del negocio, que contribuyan a la generación de ingresos. En términos fiscales, esto se denomina como estrictamente indispensable. En otras palabras, la ley no contiene una lista de conceptos a deducir, sino que establece las condiciones que debe cumplir estos gastos.
Por esta razón, las deducciones pueden variar incluso entre empresas que operan en el mismo giro, al tener un modelo de negocio diferente. Por ejemplo, imaginemos dos empresas dedicadas a comercializar artículos escolares. La primera envía los productos directamente desde la bodega de su proveedor al cliente, mientras que la segunda vende los productos en una bodega que renta, cuenta con empleados, etc. Las deducciones de cada empresa serán diferentes debido a sus modelos de negocio.
La primera empresa podría deducir los gastos de paquetería indispensables para entregar los productos a sus clientes.La segunda empresa, en cambio, deduciría el alquiler de la bodega, los servicios de luz, agua y teléfono, así como los salarios del personal.
Sin conocer el modelo de negocio de cada empresa, tratar de identificar sus deducciones podría llevarnos a cometer errores.
Ahora bien, incluso cuando se comprende el modelo de negocio, justificar ciertas deducciones puede ser un desafío. Por ejemplo, supongamos que una empresa contrata servicios publicitarios en redes sociales y radio con el propósito de aumentar sus ventas. Al concluir las campañas, las ventas no mejoran. Desde la perspectiva de la autoridad fiscal, este gasto podría no considerarse real, ya que no tuvo un impacto tangible en los ingresos, aun cuando exista una factura y un contrato. En este caso, sería crucial contar con evidencia, como capturas de los anuncios publicados en redes sociales o grabaciones de los anuncios transmitidos en radio.
Si lo anterior le parece poco, además debe de cuidar los proveedores con los que trabaja. Si un proveedor figura en la “lista negra” del SAT, o si en un futuro es incluido en ella, las facturas que le pago a ese proveedor desde la perspectiva del SAT dejaran de ser deducibles.
Finalmente recuerde que la autoridad fiscal no siempre comprende a profundidad el modelo de negocio de cada contribuyente. Por ello, si no cuenta con los elementos necesarios para explicar y demostrar cómo opera su negocio, sus deducciones podrían estar en riesgo.
Mucho cuidado, no pase de ser CONDE a CONDENADO. Esto no es un juego de “100 mexicanos dijeron”. Que otros contribuyentes hayan deducido ciertos gastos no significa que usted también lo pueda hacerlo.
Historias de impuestos bien contadas
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