Las recientes minutas de la Reserva Federal (Fed, por sus siglas en inglés) en los Estados Unidos muestran optimismo para que la inflación en ese país converja pronto al centro de la meta de la autoridad monetaria.
Los últimos años hemos observado episodios de altas tasas de interés con el fin de mitigar la elevada inflación que surgió a raíz de un incremento importante de la oferta monetaria a raíz de la pandemia, de y choques de oferta por eventos exógenos como la guerra entre Rusia y Ucrania.
La Reserva Federal mencionó, durante la pandemia, que esperaba que la inflación sería transitoria, sin embargo, no fue así y el proceso de desinflación ha sido gradual. La Reserva Federal recortó la tasa de interés objetivo recientemente en 50 puntos base para ubicarla en un rango de entre 4.75 y 5 por ciento anual.
Asimismo, los últimos datos de crecimiento económico y empleo reflejan, una economía y sector laboral, sólidos. Es decir, que la coyuntura macroeconómica para la Fed es favorable y sugiere que seguirá recortando la tasa de interés.
Los últimos pronósticos de la misma Fed indican que la tasa de interés objetivo terminaría en alrededor de 4.4 por ciento ya para 2025 estima una tasa a finales de año de 3.4 por ciento.
La última ocasión que la Fed recortó la tasa de interés en esa magnitud la economía de EUA se encontraba en recesión económica, es decir, dos trimestres consecutivos de decrecimiento. Parece que no se percibe lo mismo en esta ocasión ya que la economía sigue superando las expectativas de mercado impulsado por el consumo privado.
Así, para 2025 podríamos estar en un mundo de una reducción de tasas de interés y una inflación con una tendencia bajista, lo mejor de los dos mundos. Los recortes a las tasas de interés son bienvenidos para reactivar el sector inmobiliario y la inversión privada.
Si bien todo pinta color de rosa existen riesgos que podrían perturbar este escenario central. Una victoria de Trump podría presionar a la inflación al alza, por el implemento e incremento de varios aranceles, y con ello romper con la tendencia a la baja de la inflación.
Esto provocaría una reacción restrictiva de política monetaria por parte de la Fed y con ello le metería un freno de manos a la actividad económica real.