No es que seamos “adictos” al teléfono móvil, sino a la interacción social que estos dispositivos electrónicos proporcionan, señala un estudio publicado por la Universidad de Granada (UGR).
“La sociedad está presenciando dos fenómenos paralelos: el incremento mundial de usuarios de teléfonos móviles y una preocupación creciente por el uso problemático de estos dispositivos”, refiere el estudio publicado en la revista científica “Psicothema”.
“Los modelos teóricos explicativos sugieren que la recompensa social podría explicar parte del uso problemático del teléfono móvil. Dado que la evidencia experimental sobre el impacto que lo social tiene en este fenómeno es limitada, el impacto de la expectativa social sobre el arousal (nivel de excitación cortical y alerta) emocional fue analizada mientras se usó mensajería instantánea”.
Una muestra de 86 estudiantes se asignó aleatoriamente a dos grupos. Los participantes del grupo experimental enviaron un mensaje generador de expectativa social a sus contactos más activos usando su red social preferida. Tras un periodo de distracción, a respuesta electrodérmica de la piel se midió al usar y retirar el teléfono celular.
Entre los resultados, el grupo experimental mostró mayores niveles de arousal. El análisis de picos muestra una mayor amplitud en el grupo experimental cuando se usó y se retiró el teléfono móvil. Un tiempo de recuperación medio más largo se observó en el grupo experimental al usar el móvil.
“La expectativa social es una variable crítica para conceptualizar el uso problemático del móvil y debería considerarse en contextos clínicos”, concluye el estudio titulado «Social Expectancy Increases Skin Conductance Response in Mobile Instant Messaging Users».
ANÁLISIS.
El estudio supone la primera evidencia científica experimental de esta teoría, que fue desarrollada en 2018 por el profesor Samuel P.L. Veissière, investigador de la Universidad McGill de Montreal (Canadá).
Para realizar el experimento, los científicos de la UGR trabajaron con una muestra de 86 sujetos que fueron divididos en dos grupos. “En uno de los grupos (el grupo de expectativa social), le indicamos a cada participante que enviara un mensaje vía WhatsApp a sus contactos más activos explicando que iban a participar en una tarea apasionante en un universo de realidad virtual (el mismo mensaje en todos casos)”, explica Jorge López Puga, investigador del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UGR y autor principal del estudio.
Al otro grupo (grupo de control) no se le pidió que enviara este mensaje «emocionante» a sus contactos. “A continuación, pedimos a ambos grupos de personas que apagaran sus notificaciones y dejaran sus teléfonos móviles boca abajo sobre la mesa mientras realizaban una actividad inusual inmersos en un entorno de realidad virtual. Cuando terminó la interacción con la tarea de realidad virtual, dejamos a los participantes inactivos y sin poder usar sus teléfonos. Después de este período de no hacer nada, permitimos que todos los participantes volvieran a usar WhatsApp”, señala el investigador.
ACTIVIDAD ELECTRODÉRMICA.
A lo largo del proceso, los científicos de la UGR midieron la actividad electrodérmica de la piel, un parámetro tomado como indicador de la actividad de nuestro sistema nervioso autónomo, es decir, una especie de medida fisiológica de la ansiedad.
“Observamos que el grupo de expectativas sociales estuvo más tenso durante todo el experimento. También descubrimos que este grupo se volvió más ansioso cuando se les pidió que dejaran de usar sus teléfonos móviles. Además, cuando se les permitió volver a utilizar sus teléfonos, este grupo experimentó un nivel de excitación emocional mucho mayor”, afirma López Puga.
Los resultados muestran que los teléfonos móviles no son la causa de problemas psicológicos, sino que cómo y por qué se utilizan los dispositivos pueden explicar mejor determinados problemas psicológicos.