“La madurez personal no se mide por lo que una persona ha logrado, sino por la capacidad que tiene de enfrentar con entereza los desafíos de la vida.
Carlos Llano
La semana pasada tuve el privilegio de participar en la presentación del libro La conquista de la madurez, junto con Rocío Mier y Terán y Sergio Sarmiento. Los autores son Francisco Ugarte Corcuera y José Antonio Lozano Diez (Ediciones Rialp, 2024).
El libro nos presenta una reflexión profunda sobre el proceso de alcanzar una madurez auténtica, que no solo implica el crecimiento físico o intelectual, sino una transformación integral del ser humano. Para los autores se requiere de una conquista interna, de un trabajo constante de autoconocimiento y de autodominio. (Conocerse y dominarse…, se dice fácil).
Entendemos entonces a la madurez no como un destino, sino como un recorrido; un proceso que está íntimamente ligado al compromiso con valores profundos y a la capacidad de asumir responsabilidades con libertad y generosidad y, añadiría, hacer este recorrido hasta con buen humor (“struggle is good”, dirían los angloparlantes).
El libro explora la idea de la madurez, como un proceso continuo de crecimiento interior, más allá del simple paso del tiempo. Recordemos, hay quienes tienen 20 años de experiencia, y hay quienes tienen 20 años, pero de antigüedad y no es lo mismo, no son conceptos equivalentes. La antigüedad implica hacer lo mismo continuamente, repetidamente, sin variación; mientras que, la experiencia conlleva el aprendizaje, el desarrollo de habilidades, el crecimiento interno.
Los autores coinciden en que madurar no es simplemente una cuestión de envejecimiento, sino de un desarrollo personal a través de tres elementos: el conocimiento de uno mismo, la lucha continua por adquirir virtudes y la capacidad de responder adecuadamente a las responsabilidades de la vida.
Ugarte y Lozano insisten en que la madurez no se trata únicamente del éxito externo o de cumplir con las expectativas sociales, sino de un proceso interior que transforma nuestra manera de ver el mundo y de relacionarnos con los demás. Es un camino que requiere mucho trabajo, constante esfuerzo y una profunda reflexión.
Ser maduro significa ser capaz de tomar decisiones libres y responsables, entendiendo que cada elección tiene un impacto en nuestra vida y en la de los demás. Solo una persona madura puede actuar con libertad auténtica, pues esta –la libertad– no es una mera capacidad de elegir entre opciones, sino la habilidad de elegir el bien, incluso cuando resulta costoso o desafiante (y eso, la verdad, no es fácil).
El libro también aborda la madurez emocional, un aspecto que los autores consideran fundamental. Una persona madura no se deja llevar por sus impulsos o emociones pasajeras, sino que es capaz de regular sus afectos y comportamientos en función de sus valores y metas a largo plazo. La madurez emocional, según Ugarte y Lozano, es esencial para construir relaciones auténticas y para enfrentar las adversidades de la vida con fortaleza y equilibrio…, y buen humor.
En resumen, La conquista de la madurez es una obra que invita a reflexionar sobre la importancia de trabajar en el propio crecimiento personal. Los autores subrayan que la madurez no es un estado que se alcanza automáticamente con la edad, sino una conquista diaria que requiere esfuerzo, compromiso y una orientación constante hacia el bien. Es un proceso continuo de autoconocimiento, desarrollo de virtudes y responsabilidad que nos permite vivir una vida más plena y libre.
Termino con una invitación a leer, disfrutando y aprovechando este libro, escrito con un lenguaje claro, pero a la vez reflexivo; tiene un enfoque práctico y humanista.
Dicen que una vez le sugirieron al poeta Carlos Pellicer que tomara un curso de lectura rápida, a lo que contestó: “¿Lectura rápida? no, muchas gracias, a mí me gusta leer despacio y disfrutar lo que estoy leyendo”. Estamos ante un libro que, quien lo lea, no solo lo disfrutará, también reflexionará y podrá mejorar su propio proceso de maduración.