Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica- acordaron la semana pasada en una cumbre de sus líderes expandir el grupo a seis nuevos miembros, entre ellos Argentina, Arabia Saudita e Irán, en un movimiento que el presidente chino Xi Jinping consideró histórico.
Mientras los BRICS se reunían en Johannesburgo, el gobierno del estadounidense Joe Biden renovaba promesas de fortalecimiento de mecanismos financieros para las economías desarrolladas a través del Banco Mundial y el FMI.
El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, indicó que Estados Unidos llevará este planteo a la próxima cumbre del G20 que se organizará en Nueva Delhi en 10 días.
Públicamente, Estados Unidos restó importancia a la expansión de los BRICS al señalar que cada país puede escoger a sus socios. Sullivan destacó la disparidad de visiones políticas de los BRICS y dijo a reporteros que Estados Unidos no ve al grupo «evolucionando a convertirse en algún tipo de rival geopolítico».
– Alternativas, no reemplazos –
Pero algunos expertos entienden que la expansión de los BRICS muestra una demanda de nuevos caminos para llenar objetivos no alcanzados, en el plano económico y, tal vez, de seguridad.
Las naciones emergentes están «buscando alternativas, no reemplazos» del orden liderado por Estados Unidos, opinó Sarang Shidore, director del programa Global South en el Quincy Institute, que aboga por una política exterior estadounidense menos enfocada en aspectos militares.
Una declaración de los BRICS señaló, por ejemplo, la parálisis del mecanismo de resolución de controversias de la Organización Mundial del Comercio (OMC), donde Washington, desde la era de Donald Trump en la Presidencia, bloquea nombramientos argumentando un tratamiento injusto.
Biden ha promovido con fuerza acciones contra el cambio climático en Estados Unidos pero, en medio de duros enfrentamientos con el Partido Republicano por esta cuestión, el país está lejos de la promesa del mandatario de destinar 11.000 millones de dólares por año a partir de 2024 para ayudar a las naciones en desarrollo más golpeadas por este flagelo.
«Pienso que Estados Unidos está comenzando a tomar en serio» las preocupaciones de los países en desarrollo sobre el clima, sostuvo Shidore. «Estas son declaraciones. ¿Pero hay dinero asociado a ellas?», se preguntó.
– El caso iraní –
Para Estados Unidos, lo más preocupante de la expansión proyectada de los BRICS es el desembarco de Irán en el grupo. La república islámica busca esta membresía como una forma de salir del aislamiento al que la someten las sanciones occidentales encabezadas por Washington por su controvertido programa nuclear y la represión de protestas de manifestantes.
Entre los nuevos miembros del BRICS hay tres países con relaciones históricamente difíciles con Irán: Arabia Saudita, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos.
Las tensiones también dividen a los BRICS «originales». China tiene una relación difícil con India, que recientemente ha tenido un acercamiento con Estados Unidos.
Aunque la declaración de los BRICS respalda una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, una prioridad absoluta para India y Brasil que no lo integran de forma permanente, pocos esperan que China y Rusia, que tienen derecho a veto en el seno de ese organismo, quieran diluir su poder en beneficio de otras naciones.
Henry Tugendhat, economista del Instituto Estadounidense de la Paz, sostuvo que China, al promover esta expansión, inadvertidamente hizo de los BRICS un grupo con todavía menos cohesión, más parecido al G20 que al más diligente G7, el club de las mayores economías democráticas del planeta, que comparte principios fundamentales.
Los miembros del G20, en cambio, no «se alinean en muchas cuestiones», remarcó.
Entre los futuros integrantes del BRICS no hay, llamativamente, países del sur de Asia, en momentos en que China multiplica los frentes de disputas marítimas en esa región.
Colleen Cottle, exanalista de la CIA que ahora se desempeña en el Atlantic Council, dijo que para China la expansión de los BRICS tiene «más que ver con la retórica» de mostrar que los países en desarrollo se acercan a su campo, y no con planes concretos de trabajo en conjunto.
Aun así, según la analista, la decisión muestra una demanda por cambios.
Estados Unidos necesita una estrategia más efectiva que su enfoque de trabajar con países afines, y no puede limitarse a tratar de replicar el enfoque chino de contribuir con infraestructura en las naciones en desarrollo.
«Se necesita todo ‘el paquete’: la visión articulada de largo plazo y los fondos concretos para respaldarla», concluyó.