La escultura no fue en Pablo Picasso una disciplina menor frente a la pintura, pese a que guardó consigo y expuso solo de forma tardía estas piezas, como revela una exposición centrada en su faceta escultórica, que se inaugura este lunes en el museo dedicado al artista en Málaga (España), su ciudad natal.
Su comisaria es Carmen Giménez y la muestra en el Museo Picasso forma parte de la conmemoración de los cincuenta años de la muerte del artista, que nació en Málaga en 1881 y falleció en Mougins (Francia) en 1973.
Como explicó la comisaria, seguramente Picasso se sintió «herido» cuando fue rechazada su propuesta de monumento al literato francés Apollinaire «porque no entendían su escultura, que no era clásica, y él quería ser libre y rechazaba cualquier censura», por lo que no mostró públicamente estas obras.
Ya con 85 años, Picasso accedió a que el Petit Palais de París mostrara por primera vez docenas de esculturas que el artista conservaba.
Pero, como resaltó este lunes su nieto Bernard Ruiz-Picasso, «estas esculturas se expusieron en el Petit Palais porque en Francia no se reconocían realmente como arte, mientras que su pintura se expuso en el Grand Palais».
En Málaga se pueden contemplar obras maestras como «La dama oferente» (1933), de la que existen dos copias en bronce, la de esta exposición, procedente del Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, y la que preside la tumba de Picasso, en el castillo francés de Vauvenargues.
«Es un poco monstruosa, pero uno la quiere», afirmó sobre esta obra Giménez, que desveló que hubo otro ejemplar, en yeso, que fue destruido por su primera esposa, Jacqueline, y el hijo del artista Paulo para impedir que se pudieran crear más copias.
También se expone «Cabeza de mujer» (1937), un ejemplar único en cemento a partir del original en yeso, de la que el nieto comentó que los ojos fueron creados por Picasso con pelotas de tenis, «porque la casa de al lado tenía una pista».
La fragilidad del yeso empujó a Picasso a fundir en bronce piezas como «Cráneo (Cabeza de muerto)», de 1943, una labor que hacía por las noches debido a la prohibición durante la Segunda Guerra Mundial por parte de los nazis, explicó Giménez.
La creatividad de Picasso se refleja también en «Mujer encinta» (1950), que se expone en bronce, pero cuando modeló el original en yeso decidió hacer de barro el vientre de su esposa Françoise Gilot durante el embarazo de Paloma.
La exposición incluye asimismo obras nunca expuestas, como el yeso «Cabeza de mujer» (1931).
El recorrido guarda sorpresas para el visitante, como la maqueta para la única escultura pública de Picasso, que se encuentra en Chicago, y que el artista nunca llegó a ver en su emplazamiento en esa ciudad estadounidense.
La exposición cuenta con 61 piezas que abarcan casi sesenta años de creación del artista, prestadas por instituciones como los museos Picasso de París y de Antibes (Francia), el Reina Sofía o el Art Institute de Chicago, además de la familia Picasso y coleccionistas privados.