Esto no es ningún fake, aunque lo pudiera parecer. De hecho, el investigador principal del trabajo, Nenad Sestan, de la Universidad de Yale, que logró reactivar la actividad de las neuronas en la cabeza de un cerdo, fue elegido como uno de los científicos del año, en 2019, por la prestigiosa revista Nature.
La cabeza de cerdo que regresó a la vida
Las cabezas de cerdo para la investigación se obtuvieron de la industria cárnica. El cerdo llevaba cuatro horas muerto cuando le inyectaron en el sistema circulatorio una solución formulada de manera única que desarrollaron para preservar el tejido cerebral, utilizando un sistema que llaman Brain Ex. Consiguieron mantener la integridad de las células neuronales, que tras la muerte suelen decaer de un modo muy rápido, pero, además, restauraron cierta funcionalidad de las células neuronales, gliales y vasculares. Es decir, se activaron de nuevo, de algún modo, regresaron a la vida.
Sin embargo, los investigadores enfatizaron que los cerebros carecían de señales eléctricas globales reconocibles asociadas con la función cerebral normal y que no se apreció ningún signo de conciencia. El trabajo se publicó en Nature.
Ahora han revivido células sensibles a la luz en ojos de donantes humanos.
La vida después de la muerte para el ojo humano
No solo han revivido células sensibles a la luz en los ojos de donantes fallecidos, además, han logrado que se establezca comunicación entre ellas. No es ciencia ficción. Se trata de una serie de experimentos que pueden transformar la investigación sobre el cerebro y la visión.
Miles de millones de neuronas en el sistema nervioso central transmiten información sensorial como señales eléctricas; en el ojo, las neuronas especializadas conocidas como fotorreceptores detectan la luz.
Un equipo de investigadores del John A. Moran Eye Center de la Universidad de Utah describen en la revista Nature cómo usaron la retina como modelo del sistema nervioso central para investigar cómo mueren las neuronas y nuevos métodos para revivirlas.
«Pudimos despertar las células fotorreceptoras en la mácula del ojo humano. Se trata de la parte de la retina responsable de la visión central, responsable de ver los colores”, explica la científica del Moran Eye Center Fatima Abbas, PhD, autora principal de el estudio publicado. «Hasta cinco horas después de la muerte de un donante de órganos, las células de sus ojos respondieron a la luz brillante, luces de colores e incluso destellos de luz muy tenues».
Si bien los experimentos iniciales revivieron los fotorreceptores, las células parecían haber perdido su capacidad de comunicarse con otras células en la retina. El equipo identificó la privación de oxígeno como el factor crítico que conduce a la pérdida de comunicación.
Evitar la pérdida de oxígeno de las células del ojo
Para superar el desafío, la profesora Anne Hanneken, obtuvo ojos de donantes de órganos con menos de 20 minutos desde el momento de la muerte, y Frans Vinberg, diseñó una unidad de transporte especial para restaurar la oxigenación y otros nutrientes a los ojos del donante de órganos.
Es el primer registro de ondas b realizado a partir de la retina central de ojos humanos post mortem
Vinberg también construyó un dispositivo para estimular la retina y medir la actividad eléctrica de sus células. Con este enfoque, el equipo pudo restaurar una señal eléctrica específica que se ve en los ojos vivos, la «onda b». Es el primer registro de ondas b realizado a partir de la retina central de ojos humanos post mortem.
“Pudimos hacer que las células de la retina hablaran entre sí, de la misma forma que lo hacen en el ojo vivo en la visión humana”, dice Vinberg. «Estudios anteriores han restaurado una actividad eléctrica muy limitada en los ojos de donantes de órganos, pero esto nunca se ha logrado en la mácula, y nunca en la medida en que lo hemos demostrado ahora».
El proceso demostrado por el equipo podría usarse para estudiar otros tejidos neuronales en el sistema nervioso central. Es un avance técnico transformador que puede ayudar a los investigadores a desarrollar una mejor comprensión de las enfermedades neurodegenerativas, incluidas las enfermedades de la retina que causan ceguera, como la degeneración macular relacionada con la edad.
“La comunidad científica ahora puede estudiar la visión humana de maneras que simplemente no son posibles con animales de laboratorio”, dice Vinberg. “Esperamos que esto motive a las sociedades de donantes de órganos, a los donantes de órganos y a los bancos de ojos ayudándolos a comprender las nuevas y emocionantes posibilidades que ofrece este tipo de investigación”.