También los partidos políticos derrotados pasan por las fases del duelo. Tras el contundente triunfo del republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales del martes, la primera reacción de los demócratas, que han perdido también el control del Senado y podrían no conseguir tampoco la mayoría en la Cámara de Representantes, fue de incredulidad. Después ha llegado la ira, los reproches sobre dónde estuvieron los errores y quién los cometió. Para más adelante queda la aceptación: mirar hacia el futuro y explorar quién entre sus filas puede ser la nueva cara que los represente, traiga ideas nuevas y pueda dar la vuelta a la tortilla electoral.
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