La verdadera democracia contiene, además de su legalidad, la legitimidad que le da perseguir un desarrollo compartido. Esa democracia solo aspira a una mejor distribución de riqueza mediante salarios y prestaciones laborales dignas, y un gasto público que sirva para igualar oportunidades de educación y salud, y para dar asistencia a los más vulnerables; los avances logrados durante este sexenio en esa materia los tergiversa la derecha para presentarlos como causa de temores a un comunismo al que iría López Obrador siguiendo a Cuba y Venezuela.
Pero he aquí que el Banco Mundial (BM) contradice esa versión que acompaña a Xóchitl Gálvez en sus dichos de que estábamos mejor con el PRIAN: dice el organismo que “durante las últimas tres décadas, México ha tenido un desempeño por debajo de lo esperado en términos de crecimiento, inclusión y reducción de la pobreza en comparación con países similares”.
En efecto, a lo que quiere regresar la oposición al actual gobierno es a los niveles de ineficiencia del sexenio de Peña Nieto (1.9 por ciento de crecimiento promedio en los primeros cinco años), o de los primeros quinquenios de Calderón (1.0 por ciento) y de Fox (1.2 por ciento).
La ineficiencia y corrupción de esos sexenios llevó a que, “entre 2006 y 2018 la tasa de pobreza por ingresos pasara de 42.9% a 49.9%”, dice Gerardo Esquivel, exsubgobernador del Banco de México (Milenio 27/05/2024), “lo que representó un aumento de aproximadamente 15 millones de mexicanos en situación de pobreza”. Fue cuando pasamos de tener 46 a 61 millones de pobres.
Entre esos mismos años, la tasa de pobreza extrema por ingresos se mantuvo constante, pero el número de personas en pobreza extrema creció en 2 millones.
El promedio quinquenal de crecimiento económico del actual sexenio es bajo, de apenas 0.8 por ciento anual, (INEGI), aunque mayor que el del sexenio de Miguel de la Madrid. Pero si se excluyen la caída de 0.3 por ciento del 2019, el año de la desconfianza en el nuevo gobierno, y la contracción del 8.6 por ciento del 2020 por la pandemia, se puede ver una tendencia de crecimiento 2021/2023 que casi toca al 4 por ciento anual.
Esa tendencia de recuperación, me parece, es lo que importa, y sobre todo, como dice el informe citado arriba del BM, “la tasa oficial de pobreza multidimensional cayó del 43.9% en 2020 al 36.3 por ciento en 2022, sacando de la pobreza a 8.8 millones de mexicanos, aunque la pobreza extrema ha disminuido más lentamente”.
Vale la pena seguir consignando datos para desmentir las falsedades de “Fuerza y Corazón por México”. Entre 2018 y 2022, la tasa de pobreza por ingresos se redujo de 49.9% a 43.5% y el número de personas pobres pasó de 61.8 millones a 56.1 millones. Una reducción de 6.4 puntos porcentuales y una reducción absoluta de 5.7 millones de personas pobres. La tasa de pobreza extrema por ingresos también se redujo, de 14% a 12.1%, y el número de pobres extremos por ingresos disminuyó en 1.8 millones.
Contra los hechos, los intelectuales de la derecha —Krauze, Aguilar Camín y sus séquitos— se hicieron uno en el mensaje de que “la democracia está en riesgo” por el autoritarismo personal del presidente; incubaron miedo e impulsaron movilizaciones sociales —como la “marea rosa”—, en favor de una causa política que se esconde detrás de movimientos sociales y que se reduce a tratar de recuperar poder e influencia para el sistema político del PRIAN, a pesar de que tal cosa pondría en peligro la estabilidad política y social.
Supongo que el efecto de la radicalización de la contienda desde la derecha no será electoral, porque su discurso de tergiversaciones para amedrentar tiene penetración en un sector de la población que los propios encuestadores estiman en 12.5 por ciento de la población mexicana; hay que esperar que la elección transcurra y termine en paz.