Mijaíl Gorbachov, quien cambió el curso de la historia al provocar la caída de la Unión Soviética y fue una de las grandes figuras del siglo XX, murió el martes a los 91 años en Moscú.
La muerte del último líder de la URSS fue anunciada por las agencias noticiosas rusas, que precisaron que falleció en un hospital de la capital rusa.
«Hoy por la noche (martes), tras una larga enfermedad grave, Mijaíl Serguéivich Gorbachov murió», informó el Hospital Clínico Central (TSKB), citado por Interfax, TASS y RIA Novosti.
Premio Nobel de la Paz en 1990 por su papel para poner fin a la confrontación entre Este y Oeste en el siglo pasado, Gorbachov pasó los últimos 20 años de su vida retirado de la política, aunque regularmente se hacía oír, preocupado por las nuevas tensiones con Washington.
A menudo instaba al Kremlin y a la Casa Blanca a dialogar y a ponerse de acuerdo para garantizar la seguridad mundial y reducir sus arsenales, como ya hizo en los años 1980 con el presidente estadounidense en aquel momento, Ronald Reagan.
Gorbachov era el último dirigente todavía con vida de la época de la Guerra Fría, un periodo que parece resonar actualmente desde la ofensiva del presidente ruso Vladimir Putin en Ucrania.
Aunque Gorbachov no se pronunció públicamente sobre la acción militar rusa en Ucrania, su fundación pidió «un cese de las hostilidades y el inicio inmediato de negociaciones de paz».
Muy respetado en el extranjero, en muchas ocasiones recibió elogios de grandes personalidades de todo el mundo.
En Rusia, en cambio, desde la desaparición de la URSS en 1991, era visto como una figura ambivalente. Aunque fue quien abrió el camino a la libertad de expresión, para muchos fue el responsable del fin de la superpotencia y de los terribles años de crisis económica que siguieron.
Cuando estuvo en el poder, entre 1985 y 1991, llevó a cabo importantes reformas democráticas, conocidas como la «perestroika» (reestructuración) y «glasnost» (transparencia), que le brindaron un gran reconocimiento en Occidente.
Sus acciones provocaron la caída de la «cortina de hierro», como se conoció a la antigua frontera política e ideológica entre Europa Occidental y Oriental. Gorbachov también ordenó el fin de la desastrosa campaña militar soviética en Afganistán.
Los años después de la disolución de la URSS siguen siendo un trauma para muchos rusos que se vieron hundidos en la pobreza y confrontados al caos político y a una guerra brutal con Chechenia.
Su legado de poner fin a la Guerra Fría fue el que más reconocieron los dirigentes internacionales tras enterarse de su muerte.
El presidente estadounidense Joe Biden calificó a Gorbachov como «un líder excepcional, uno con imaginación para ver que un futuro diferente era posible y el coraje para arriesgar su carrera entera para lograrlo».
Para el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, Gorbachov fue «un estadista único que cambió el curso de la historia» e «hizo más que cualquier otro individuo para lograr un final pacífico de la Guerra Fría».
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo destacó como un «líder digno de confianza y respetado» que «abrió el camino para una Europa libre».
Y el presidente francés, Emmanuel Macron, lo destacó como un «hombre de paz», cuyo «compromiso con la paz en Europa cambió la historia».
En Moscú, Putin expresó «profundas condolencias» por la muerte del exgobernante.
Dos expresidentes latinoamericanos galardonados con el Premio Nobel de la Paz también recordaron afectuosamente a Gorbachov en Twitter.
«Se fue un campeón de la paz (…) El mundo necesita más líderes como él», escribió el expresidente colombiano Juan Manuel Santos, Nobel de la Paz en 2016.
El costarricense Oscar Arias, galardonado en 1987, tuiteó que «ha muerto el hombre que cambió el destino de la humanidad (…) Renunció al uso de la fuerza propiciando la coexistencia pacífica con Occidente, en amplio contraste con la confrontación de Putin».
Con la llegada al poder en 2000 de Putin, para quien la desaparición de la URSS es la «mayor catástrofe geopolítica» del siglo XX, el Estado se impuso a la sociedad y la potencia rusa regresó a la escena internacional.
Para Gorbachov, las relaciones con los nuevos líderes del Kremlin siempre fueron complejas, ya sea con el primer presidente ruso Boris Yeltsin, su enemigo acérrimo, o con Putin, a quien criticaba pero veía como una oportunidad para un desarrollo estable en Rusia.
Tras un breve intento fallido de volver a la política en la década de 1990, Gorbachov se dedicó por completo a proyectos educativos y humanitarios. También fue uno de los primeros apoyos del principal periódico ruso de oposición, Novaya Gazeta.
Nacido en el suroeste de Rusia en 1931, Mijaíl Gorbachov pasó parte de la pandemia de coronavirus en un hospital ruso, diciendo que, como muchos de sus compatriotas, estaba «cansado de todo».
En las últimas semanas, la prensa rusa había mencionado los problemas de salud recurrentes del exdirigente.
Una fuente cercana a la familia Gorbachov dijo a la agencia noticiosa TASS que sería sepultado junto a su esposa Raísa en el cementerio Novodevichy de Moscú.