El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció este miércoles la formación de un gobierno de emergencia junto al derechista moderado Beny Gantz, exministro de Defensa y exjefe del Estado Mayor del Ejército, antes de ordenar la invasión de Gaza, que podría ocurrir en cuando la aviación despeje a bombazos la periferia de la Franja, para permitir el paso de carros de combate.
El acuerdo establece que, mientras dure la guerra, no se podrán impulsar proyectos de ley ni tomar decisiones gubernamentales que no se vinculen al conflicto con las milicias armadas árabes, lo que implica en la práctica que no podrá seguir Netanyahu con su ofensiva parlamentaria para quitar poder al Tribunal Supremo y esquivar así sus cuentas pendientes con la justicia por corrupto.
Además, se reservará un sitio en el gabinete de gestión de la guerra para el exprimer ministro centroizquierdista Yair Lapid, quien junto a Gantz son los dos miembros más fuertes de la oposición israelí.
Sin embargo, Lapid se niega a formar parte de una gran coalición mientras permanezcan en su seno los partidos de la extrema derecha y las fuerzas xenófobas antiárabes, que exigen la anexión total de Cisjordania y la expulsión a Jordania de los palestinos, para entregar a los colonos las tierras que aún no controlan.
Entre o no Lapid en el gobierno de unidad nacional, la incorporación de Gantz y otros dirigentes opositores menores, permite ya a Netanyahu no cargar con toda la responsabilidad de la esperada invasión terrestre, que cuenta, no obstante, con un obstáculo que sortear extremadamente delicado: el centenar largo de rehenes, entre civiles (incluidos bebés) y soldados del Ejército israelí, que las milicias de Hamás secuestraron en Israel y que esconden en Gaza.
A la sociedad israelí le obsesiona tanto el deseo de venganza contra los palestinos, como la esperanza de que los rehenes regresen a casa sanos y salvos, aunque esto último sea una misión poco menos que imposible, a no ser que se alcance algún tipo de acuerdo con los enemigos de Hamás.
El propio Netanyahu se vio obligado a excarcelar en 2011 a un millar de prisioneros palestinos a cambio de la liberación del soldado Gilad Shalit, que permaneció secuestrado por Hamás durante cinco años en la Franja.
La guerra, que comenzó el sábado con un sangriento ataque sorpresa del movimiento islamista Hamás, marca hoy su quinto día de combates y ha dejado ya más de 1,200 muertos en Israel y al menos 1,055 en la Franja de Gaza.