Criticó desde el púlpito a un alcalde sandinista y dos días después el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo lo desterró a Ciudad de Guatemala. El obispo de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, Carlos Enrique Herrera, se convierte así en el tercer prelado del país centroamericano en ser expulsado. El “pecado” del obispo, según los testimonios de laicos de la localidad, fue quejarse de una actividad bulliciosa de la alcaldía sandinista de ese municipio, que interrumpió la misa que él daba el domingo 10 de noviembre. “Pidamos al Señor perdón por nuestras faltas y también por aquellos que no respetan el culto, verdad, pidiéndole porque este es un sacrilegio que está cometiendo el alcalde y todas las autoridades municipales, y vayan a decírselo porque saben la hora de la misa”, sostuvo el religioso en referencia al regidor, Leonidas Centeno. La persecución contra la Iglesia católica arrecia en Nicaragua y un grupo de expertos de Naciones Unidas ha dicho que el Gobierno incurre en crímenes de lesa humanidad.
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