Premio Nobel de Economía indica a México el camino a la prosperidad

Al inicio de mi carrera como economista en una ocasión fui a dar una conferencia a la ciudad de Nogales, Sonora. Al final de esta los organizadores me invitaron a comer a un restaurante en la zona elegante de la ciudad y grande fue mi sorpresa al darme cuenta qué esta zona era la parte de Nogales, pero en Arizona, Estados Unidos. Era el mismo clima, las mismas personas, los mismos cultivos, pero en esa zona de la ciudad era muy diferente, ya que mientras en una parte había pobreza, en la otra se notaba el desarrollo.

Lo mismo me sucedió cuando crucé de Europa Occidental a la parte Oriental, cuando todavía existía el Muro de Berlín. Una parte estaba bajo el dominio de Rusia, mientras que la más desarrollada seguía el sistema económico y político de naciones como Reino Unido, los Estados Unidos y Francia. Mientras que en la primera era obvia la pobreza, la fuerza del gobierno y la gran cantidad de controles, así como el bajo nivel de vida de la población, en la parte occidental era visible el crecimiento y un mayor bienestar.

En esa época me sorprendía la destrucción que tenía el centro de la Ciudad de México, que era conocida como la Ciudad de los Palacios.  Había edificios derruidos y abandonados, las casas y edificios detrás de Palacio Nacional se usaban como bodegas para el comercio al mayoreo de frutas y verduras, lo cual producía una gran cantidad de basura y ratas. La causa de esto era el control de rentas de las propiedades, que se impuso durante la Segunda Guerra Mundial, que duró décadas y ningún gobierno quería eliminar, pero que destruía el sistema de precios.

Desde entonces me ha interesado mucho entender qué factores hacen la diferencia entre los países. Han existido muchas explicaciones, como son la diferencia de las razas, la diversidad de los climas, los orígenes de las poblaciones o el predominio de ciertas religiones. Casos como el de Nogales o de Alemania refutan las anteriores teorías, ya que ambas zonas de esos casos tienen igualdad de esos factores, pero una drástica diferencia de resultados.

Los ganadores del Premio Nobel de Economía de este año, que se conocieron en días pasados, explican con gran claridad por qué unas naciones son ricas y otras avanzan a la pobreza. Ellos obtuvieron el premio por su aportación al estudio de las diferencias en el ingreso entre los países. Los profesores Daron Acemoglu y James Robinson, que son dos de los tres ganadores escribieron un reconocido libro titulado “Por qué las Naciones fallan, los Orígenes del Poder, la Prosperidad y la Pobreza”. Por su parte, el tercer ganador es coautor del libro “Poder y Progreso, un milenio de lucha sobre la Tecnología y el Progreso”.

Ellos enfatizan la importancia de las instituciones para lograr el desarrollo de las naciones. Dividen a los países en aquellos que tienen instituciones extractivas y aquellas que son inclusivas. Mientras que en las primeras hay un gobernante o un grupo que tiene como objetivo extraer los ingresos y la riqueza del resto de la sociedad, en el inclusivo se tienen instituciones que buscan el desarrollo de la sociedad por medio de leyes justas que se cumplen, respeto a la propiedad privada, fomento a la inversión, un sistema político que incluya a las minorías y que sea democrático. Importante énfasis le da al sistema de libertad en los mercados, evitando controles artificiales.

Explican que hay momentos en la historia de las naciones en que una plaga, enfermedades o crisis propician el cambio de los sistemas para permitir que la población adquiera mayor libertad para emprender, desarrollar y trabajar. Pero también puede suceder lo contrario. Esos momentos con frecuencia no parecen tan importantes al principio, pero en el mediano y largo plazo tienen resultados muy diferentes. México está en un momento decisivo, que tendrá impacto durante décadas, por lo que es relevante ver las enseñanzas de estos libros. Avances en la libertad y la democracia resultan en un mejor nivel de vida para los países.