Acorralado por las megaprotestas, cacerolazos y la presión del Congreso de Perú, el presidente Pedro Castillo echó atrás el Estado de emergencia en Lima y Callao cuando llevaba 15 horas; sin embargo, no logró detener las movilizaciones en las que la población exige su renuncia.
Tras una conversación con líderes de las bancadas para un fin adelantado del toque de queda, el izquierdista anunció a la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, el fin de la orden de inamovilidad que se extendería hasta el último minuto de ayer.
Sin argumentos y en una reunión exprés con la Mesa Directiva, quien ha reconocido falta de experiencia para gobernar señaló la urgencia de volver a sus oficinas para firmar el nuevo decreto; pese a que congresistas le recordaron que podía hacerlo de manera virtual, Castillo salió del recinto al afirmar que la prioridad es recuperar la tranquilidad en las calles, luego de que en jornadas previas se reportara la muerte de cuatro manifestantes.
Y reiteró que la acción fue para evitar un riesgo de seguridad no para ir contra el pueblo; hecho que respaldó su gabinete al resaltar con este toque de queda se evitaron saqueos, pues información de seguridad advertía que disidentes preparaban actos vandálicos.
[05.04.22 4:16 p.m.] Se registran incidentes durante marcha. Sigue informándote en https://t.co/WAgcNzGC9I pic.twitter.com/IztZ2gQSUM
— Canal N (@canalN_) April 5, 2022
En tanto, miles de manifestantes celebraron la medida, luego de enfrentarse con la Policía en varias zonas de la capital, al declarar una victoria contra el mandatario, quien la semana pasada libró un segundo intento de destitución.
El episodio más crítico fue a unos metros del Congreso, en un cerco de seguridad donde los inconformes con la gestión del docente intentaron superar una valla para avanzar hacia el inmueble, lo que detonó en empujones y golpes hasta con bates de beisbol con los uniformados, sin que se reportaran lesionados. Hechos que se replicaron afuera de la Corte y las oficinas del Poder Judicial, contra las que intentaron prender fuego.
Pese a la restricción de libertades, la población respondió con una de las movilizaciones más numerosas para externar el rechazo a la gestión actual —de apenas 9 meses—, reflejada en encuestas como la de Ipsos Perú con hasta 66 por ciento de desaprobación.
Con banderas de Perú y portando la playera de la selección, miles de ciudadanos recorrieron las calles de Lima —que concentra casi la tercera parte de la población nacional— y al grito de “Castillo escucha el pueblo te repudia” se lanzaron contra el mandatario, lo que provocó nuevos choques violentos. Para dispersarlos, la Policía lanzó gas lacrimógeno a los críticos del presidente, pero en vez de reducir la protesta la avivó más.
Incluso se unieron quienes se dirigían a sus trabajos, pues ante la falta de transporte en la región, optaron por nutrir las marchas contra este gobierno.
Otro sector se unió al rechazo al toque de queda desde sus casas en donde al sonar de un “cacerolazo” masivo repudiaron el alza de combustibles y la crisis económica, que sostiene son parte de las repercusiones mundiales por la guerra en Ucrania y por las que eliminó el impuesto al combustible el fin de semana, pero la oposición advierte que en realidad no tiene un plan para reducir el impacto económico.
No sólo la población civil exige la destitución o renuncia de Castillo, también otros políticos como el expresidente Martín Vizcarra y el alcalde de Lima, Jorge Muñoz.
El más duro fue quien también ocupó el mayor cargo del país al reconocer que “Pedro Castillo tiene que dejar la presidencia. Ha dado reiteradas muestras de que no puede y no va poder gobernar un país tan complejo como el nuestros”.
Mientras que otros funcionarios exhortaron al presidente a dejar de experimentar en el puesto que tiene.