La próxima administración de Estados Unidos heredará una economía que está normalizándose tras los excesos de la pandemia, con un crecimiento robusto, una generación de empleo sólida, pero en desaceleración, y una inflación cercana al objetivo del 2 por ciento del banco central. Aunque Estados Unidos esté superando la tormenta cíclica, ahora enfrenta nuevas incertidumbres sobre las políticas futuras. Tras las elecciones de 2024, la prioridad para los inversionistas es evaluar cuánto de la agenda del presidente electo Trump será implementada, monitoreando políticas fiscales, comerciales, de inmigración y regulación para entender sus impactos.
Del lado fiscal, Trump busca una extensión completa de la Ley de Recortes de Impuestos y Empleos de 2017 (TCJA, en inglés), manteniendo una tasa de impuestos máxima del 37 por ciento y potencialmente reduciendo la tasa corporativa del 21 por ciento al 15 por ciento para los fabricantes nacionales. Se estima que todas sus propuestas aumentarían el déficit en 7.5 billones de dólares hasta 2034, potencialmente elevando la deuda al 142 por ciento del PIB. Sin embargo, los márgenes estrechos en el Congreso y el riesgo de una reacción en el mercado de bonos podrían limitar la implementación completa de las propuestas fiscales.
Trump ha sugerido un arancel del 10 por ciento sobre todas las importaciones y un arancel del 60 por ciento sobre las importaciones chinas, y tendría considerable autoridad ejecutiva para aplicarlos. Existe incertidumbre sobre la potencial magnitud o si serán usadas como herramienta de negociación. Las negociaciones comerciales podrían tener diversos resultados, con aranceles de represalia e inflación limitando las promesas de campaña. La tendencia de “nearshoring” seguiría beneficiando a Asia y América Latina en el largo plazo. Sin embargo, México podría enfrentar volatilidad con las renegociaciones del Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC) en 2026, ya que EU podría limitar el paso de productos chinos y usar las negociaciones para obtener ayuda en gestión de la inmigración.
En este ámbito, una potencial reforma republicana podría aumentar la financiación fronteriza y endurecer las medidas de asilo. La dependencia de la mano de obra inmigrante y los desafíos de deportación deberían prevenir deportaciones masivas, pero podrían restringir el número de solicitantes de asilo con autorización de trabajo.
En defensa, el compromiso de EU con la OTAN y Ucrania disminuiría, aumentando el gasto en defensa en Europa. En energía, la Ley de Reducción de la Inflación podría mantenerse, pero con cambios en disposiciones como créditos para vehículos eléctricos. La industria de los combustibles fósiles podría beneficiarse de una reducción de las restricciones regulatorias. Trump aboga por una desregulación amplia, beneficiando a bancos regionales y firmas energéticas, mientras que las grandes tecnológicas podrían enfrentar impactos mixtos. Además, una menor aplicación de leyes antimonopolio podría impulsar más fusiones y adquisiciones.
Estos posibles cambios en políticas impactan a las clases de activos de maneras distintas. Antes de este resultado, los fundamentos de las acciones estadounidenses ya estaban sólidos y mejorando, y una victoria republicana impulsaría algunos sectores de value, cíclicos y de pequeña/mediana capitalización que han estado desfavorecidos. Esto también podría apoyar la tendencia de ampliación de rendimientos de acciones estadounidenses más allá del sector de tecnología. Las acciones estadounidenses siguen respaldadas, aunque los riesgos en torno a tasas más altas y las implicaciones arancelarias no parecen reflejados en los precios del mercado y podrían generar volatilidad en el futuro.
En renta fija, las tasas a largo plazo pueden seguir elevadas debido al aumento de la emisión del Tesoro y los desafíos fiscales, mientras que las de corto plazo podrían seguir cayendo moderadamente si la Fed sigue recortando tasas en los próximos trimestres. Activos como el oro y activos reales pueden mejorar la diversificación de la cartera en momentos de volatilidad de tasas. El dólar puede continuar fortaleciéndose debido al riesgo de aranceles, incertidumbres sobre el crecimiento global y diferenciales de tasas de interés aumentando, aunque su fortaleza actual limita un mayor movimiento al alza. Esto podría impactar las acciones internacionales, particularmente en la Zona del Euro, China y México, que además enfrentarían presión por incertidumbres arancelarias. Aun así, los inversionistas deberían mantener cierta exposición internacional debido a los descuentos de valuación y el potencial estímulo político en China.
Sobre todo, al enfrentar esta nueva etapa de incertidumbre de políticas, la mejor defensa contra lo desconocido es una cartera diversificada.
La autora es Estratega de Mercados Globales en JP Morgan Asset Management.