Hoy atienden a tantos como nuestro ejército de taqueros. Unos 270 viajes por segundo; el carro debe llegar en unos 4 minutos, de acuerdo con cifras de la empresa.
Antes me gustaba más Uber, pero justamente por el cambio que manifiesta cierto deterioro en el servicio ahora quiero comprar una acción de esa empresa. No tengo una sola, ayer costaban 65.54 dólares cada una; unos mil 250 pesos.
Ojo, esto no es una recomendación, allá ustedes, hay mucho riesgo en comprar acciones de empresas.
Cuando esto empezó, todos estábamos consentidos. Clientes que podíamos rentar un Mercedes Benz con chofer que te recibía con botellas de agua fría y dulces para cruzar la ciudad y llevarte al cine por unos 400 pesos. A esos servidores, Uber pagaba tarifas ridículas.
Hoy tienes suerte si el Uber llega limpio y el chofer no se queja del tráfico. Adiós glamour, hola pragmatismo.
Al final, ambas propuestas cumplen con lo esencial, llevarte a donde quieres, sin la fricción de lidiar con un tipo que quiere cobrarte de más cuando bajas del taxi.
Lo relevante para los inversionistas potenciales es que finalmente esa compañía está haciendo dinero, dicen que Latinoamérica ayuda mucho en el propósito. El martes reportó al mercado ganancias por mil 600 millones de dólares (EBITDA), lo que sustenta que el reporte anual de 2023 no fue flor de un día, el año pasado ganó cuatro mil 052 millones.
Jeff Bezos dice que cuando compra empresas, busca a emprendedores que sean más misioneros que mercenarios. Vaya, gente que tenga un propósito y no el mero interés de hacer dinero. Ignoro si él ha invertido en Uber.
Pero hice conexión con esa lógica al saber más de Dara Khosrowshahi, el CEO de Uber que puso en orden la empresa desde 2017, luego de sacar de la dirección a sus fundadores, quienes ahora solamente son multimillonarios. (Les recomiendo que busquen la serie Super Pumped, que cuenta la historia de esta startup).
Dara fue CEO de Expedia, la empresa que vende viajes con cierto éxito por internet. Es un fiel creyente de los servicios móviles que ayudaron a esa compañía.
Hoy, además de dirigir Uber, es miembro de la Junta Directiva de Expedia y Catalyst.org, y antes fue miembro de la junta de la New York Times Company.
Su biografía oficial indica que es un apasionado defensor de los refugiados en crisis en todo el mundo, debido a su experiencia personal al irse de Irán durante la revolución iraní cuando tenía nueve años de edad y llegar a Tarrytown, Nueva York, y completar la licenciatura en ingeniería de la Universidad de Brown.
Basados en la opinión de Bezos, ¿Dara es un mercenario o un misionero? Juzguen ustedes.
Debo volver al tema. Uber es una empresa disruptiva, útil, pero perdió dinero cada año desde 2009, cuando fue creada, hasta 2022.
¿Cómo hicieron para acabar con la hemorragia? Redujeron descuentos, despidieron gente y terminaron en esa empresa con la era de startups paradisiacas en la que todos los empleados ascendían a la clase alta por el simple hecho de ser contratados.
Todos sabemos que no funciona así la vida. La hicieron una empresa rentable en la que privilegian la meritocracia.
Lo que viene puede ser interesante. En este 2024, la empresa vale unos 152 mil millones de dólares, que son muchos kilos de dinero, pero Uber está lejos del tonelaje de gigantes como Apple y Nvidia, que valen entre dos y tres billones (trillions) de dólares.
La empresa a cargo de Dara tiene suficientes datos de cada uno, para anticipar y ampliar servicios y es también una puerta que debe tocar Google o gente como Elon Musk, si quieren llevar a cabo su plan de los “robotaxis”.
“(Podemos) ofrecer un gran valor a los actores del negocio de los vehículos autónomos que buscan implementar su tecnología a gran escala. Si bien el funcionamiento de una red de transporte de pasajeros puede parecer simple, nuestra tecnología oculta una enorme cantidad de complejidad”. Nadie querrá pasar 13 años probando un nuevo modelo perdiendo dinero.
Por eso conviene poner ojo a Uber. Y sí, exigir que al menos prendan el aire acondicionado y que laven el coche.