Dos siglos fue la duración del peregrinar que los mexicas emprendieron para fundar su ciudad en la tierra prometida por Huitzilopochtli y esa narración que está plasmada en 22 láminas de papel amate se reproduce en el libro «El Códice Boturini o Tira de la peregrinación», del investigador Baltazar Brito Guadarrama.
La obra coeditada por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) explica cada una de las láminas del códice en donde se relata el origen de los mexicas y los lugares a los que llegaron antes de fundar México-Tenochtitlan.
De acuerdo con Brito Guadarrama es posible que el códice esté incompleto, que le faltan varias láminas.
«Creemos que debió de haber terminado, por lo menos, en la fundación de México-Tenochtitlan, si eso es así, entonces sería un códice que está incompleto porque no termina con ese momento, nos faltarían tres o cuatro láminas más», indica.
Ese planteamiento surge en función de otros documentos con los cuales pueden comparar la historia mexica y reconstruirla. «Por ejemplo, algunas crónicas de indígenas o de frailes españoles que trataron el tema de la migración y fundación de la Ciudad de México» expresa.
Sin embargo, el investigador confiesa que es aventurado aseverar tales faltantes.
¿En qué año se realizó el códice?
Creemos que a mediados del siglo XVI, entre 1540 y 1560, para poner un tiempo amplio.
En el libro, Brito Guadarrama señala que los mexicas reescribieron su historia porque no quisieron aparecer como un pueblo conquistado o sumiso, querían ser recordados como los grandes guerreros de una región que su deidad, Huitzilopochtli, les prometió dominar.
«Pero en particular, este documento elaborado, seguramente por gente de la Ciudad de México, sí narra de manera general hechos que le sucedieron a los mexicas, aunque en algunos casos, sobre todo en las primeras láminas, la historia está entreverada con lo mítico», detalla.
Por ejemplo, no se sabe dónde se ubica Aztlán, «nadie lo ha podido encontrar», añade.
¿Hubo lugares donde los mexicas vivieron varios años antes de llegar a Tenochtitlan?
Ese aspecto lo tenemos cuando llegaron a Tula. Al parecer, ahí encontraron un espacio donde se desvía un río y se hace una laguna que parecería ser el lugar prometido, el que estaban buscando.
«Sin embargo, el dios Huitzilopochtli les dijo a los sacerdotes que ésa era una visión de lo que venía, que todavía no era el lugar y que era tan hermoso como ése; pero que la tierra donde los haría señores estaba más adelante, entonces tuvieron que dejarla tierras y las crónicas indican que la abandonaron con gran tristeza».
¿Cuánto duró su peregrinar?
No debemos olvidar que la migración en sí misma es sagrada porque los espacios siguen siendo espacios de los que se apropian y ahí realizan todos sus rituales, pero como llevaban ancianos, niños y mujeres embarazadas es muy difícil caminar tan rápido y llegar de la noche a la mañana.
«Eso hace que las migraciones de este tipo duren siglos. En este caso, consideramos que esta migración fue cerca de dos siglos».
¿Por qué cambiaron de nombre, de aztecas a mexicas?
Es fundamental porque su deidad Huitzilopochtli también se llama Mexi, entonces llamar al lugar México es referirse a que el lugar es de Mexi.
«También creo que en un determinado momento es importante dejar el pasado, ya no se llamarán aztecas porque ya no viven en Aztlán y ahora se van a llamar mexicas, en honor a la deidad y eso les brindará algo muy importante: cohesión, en virtud de que les dará una identidad propia», responde.
El Códice Boturini aún se puede someter a estudios que arrojen más datos sobre su hechura, afirma Brito Guadarrama.
«Siempre será bueno hacer otros estudios porque la tecnología nos va dando posibilidades que antes no teníamos», indica.
En este caso hemos estudiado algunas partes, agrega. «Sabemos qué tipo de amate es y cómo se fue haciendo cada una de las láminas, pero harían falta hacerle estudios de carbono 14 y de fotografía, todo eso necesita de un proyecto transdisicplinario».
El Códice Boturini se encuentra resguardado en el Museo Nacional de Antropología y recibe ese nombre por el coleccionista italiano que lo resguardó.
«Boturini, era italiano y fue el más grande coleccionista de los códices, llegó a México en 1737 y formó su colección en muchos de los pueblos que pudo acceder tanto en el Valle de México como en Puebla y probablemente en Oaxaca. Desafortunadamente corrió con muy mala suerte porque las autoridades virreinales lo apresaron, lo llevaron a España y nunca más volvió a ver su colección», narra el autor.