Riesgos inflacionarios y política monetaria

Directora de Análisis Económico, Cambiario y Bursátil de Grupo Financiero Monex.

En septiembre, la inflación general se moderó a 4.58 por ciento anual (a/a), desacelerándose por segundo mes consecutivo, luego de importantes repuntes en el 1S-24. Por su parte, la inflación subyacente acumuló 20 meses de disminuciones consecutivas para situarse en 3.91 por ciento, mientras que la no subyacente se ubicó en 6.50 por ciento, hilando 2 meses a la baja. Si bien estas lecturas muestran una moderación importante de los precios en comparación a julio (5.57 por ciento a/a), la tendencia de la inflación se mantiene incierta, lo que ha generado un choque de visiones sobre cuál debe ser la velocidad y magnitud de los ajustes a la tasa de referencia por parte de Banxico.

Los participantes del mercado que apoyan la flexibilización de la política monetaria centran su atención en la inflación subyacente, argumentando que la desaceleración económica podría ejercer una presión significativa a la baja sobre los precios. En lo que va de 2024, el PIB ha crecido a una tasa anual promedio de 1.4 por ciento, lo que refleja una débil actividad económica (en 2023 aumentó 3.2 por ciento). Además, esta inercia se podría mantener en 2025 como resultado de una menor cantidad de anuncios y proyectos relacionados al nearshoring (también influye el entorno electoral en EU). Por otro lado, quienes abogan por cautela en los recortes a la tasa de interés expresan preocupación por la trayectoria incierta de la inflación no subyacente, dada la reciente volatilidad en el rubro de frutas y verduras, las presiones en energéticos y los elevados precios en los servicios.

La Junta de Gobierno ha justificado los recientes recortes bajo dos previsiones: que la inflación general disminuirá a medida que se disipen los choques en el componente no subyacente y que la inflación subyacente continuará descendiendo. Adicionalmente, uno de los subgobernadores de Banxico señaló que el recorte de agosto fue “adecuado, oportuno y eficiente”, considerando que una economía más lenta de lo previsto tendrá un impacto a la baja en la formación de precios.

En cuanto a la trayectoria de la inflación subyacente, se vislumbran retos para que esta pueda mantener la tendencia bajista de los últimos meses. Si bien esta se redujo en 4.54 puntos porcentuales (pp) entre enero de 2023 y septiembre de 2024, al pasar de 8.45 por ciento a 3.91 por ciento anual, esta caída obedece al desempeño de las mercancías (-8.08 pp), ya que los servicios (-0.40 pp) no variaron significativamente.

En ese sentido, algunos miembros de la Junta de Gobierno han reconocido que los precios de las mercancías difícilmente bajarán más, dado que ya están en niveles históricamente bajos. Además, la reciente volatilidad que ha presentado el tipo de cambio pesos por dólar implica un riesgo adicional, ya que la fortaleza del peso frente al dólar entre agosto de 2022 y mayo de 2024 contribuyó a reducir la inflación de las mercancías, a través de menores precios de importación. Con base en lo anterior, futuras reducciones de la inflación subyacente dependerán más de una disminución en la inflación de los servicios que en la de las mercancías, tal como señala la Junta de Gobierno. Para que esto ocurra, la inflación en este sector tendría que caer por debajo del 5.0 por ciento anual, algo que no ha sucedido en los últimos 2 años. Sin embargo, diversos analistas sugieren que la débil actividad económica podría facilitar esta reducción: la mediana del mercado prevé para 2024 un crecimiento del PIB de 1.5% anual y para 2025 de 1.2 por ciento. El desafío radica en que, en los últimos tres trimestres, el PIB creció en promedio 1.7 por ciento anual y los precios de este rubro solo se redujeron en 0.19 pp en ese periodo, de modo que luce poco probable que una desaceleración económica lleve a la baja de manera significativa a los precios del sector servicios.

Asimismo, existe el riesgo latente de traspasos desde la inflación no subyacente hacia la subyacente, debido a los aumentos en los precios de frutas y verduras, pues los precios de loncherías, fondas, torterías y taquerías han estado figurando entre los genéricos con mayor incidencia de la inflación anual.

Además, en julio la inversión fija bruta y el consumo privado crecieron 1.81 por ciento y 0.84 por ciento mensual, respectivamente, luego de una desaceleración en el mes previo, de modo que la expectativa de una disminución de las presiones inflacionarias como resultado de un pronunciado debilitamiento de la actividad económica podría verse contrarrestada por una demanda agregada que aún muestra signos de resiliencia. De igual forma, es importante recalcar que uno de los supuestos que utilizó Banxico para ajustar su expectativa de crecimiento del PIB se basó en la previsión de que la economía de EU presente un crecimiento menor a lo esperado, en detrimento de la demanda externa de México. Sin embargo, la economía estadounidense sigue mostrando un dinamismo positivo.