Igor Moreno, administrador del plantel en Polanco, habla con MILENIO sobre este homenaje a Cristina Pacheco.
Lo primero que el visitante ve en la sala es una proyección de un capítulo de Aquí nos tocó vivir, programa donde ella, Cristina Pacheco, la homenajeada, solía recorrer los barrios capitalinos para hablar lo mismo con un burócrata que con un albañil o panadero.
El Liceo Franco-Mexicano, en su campus de Polanco (número 1521 de la calle Homero), rinde homenaje – con un altar que se desmontará el sábado – a la periodista, escritora, conductora, madre, esposa, entrevistadora, intelectual e ícono. A Cristina Romo Hernández (1941-2023), su nombre de pila, en todo su esplendor.
¿Cómo rinden homenaje a Cristina Pacheco en el Liceo Franco-Mexicano?
Este año, la tradicional ofrenda del plantel educativo, que abarca una sala de sus instalaciones, se enfoca en Cristina Pacheco, con el fin de que «aporte a los alumnos un conocimiento de lo que es su propia historia», comenta Igor Moreno, administrador general del Liceo.
«Es importante que conozcan su pasado; si no tienes pasado, no tienes nostalgia», agrega.
Pero, ¿por qué Cristina Pacheco? Por su trascendencia cultural y, en un sentir muy personal del plantel, porque hace 10 años, para conmemorar el deceso de José Emilio Pacheco, se colocó una ofrenda de él, y Cristina, su gran amor, la visitó. Ahí se forjó un vínculo.
En ese entonces, ella ya había escrito El eterno viajero, texto in memoriam publicado en el periódico La Jornada que, dice Igor, «es entrañable». Por eso el homenaje incluye un facsimilar de él.
También muestra un collage de los distintos oficios que Pacheco exaltó en Aquí nos tocó vivir, además de una calaverita realizada por Erika, elemento clave del plantel en la realización de la ofrenda.
«Es trabajo del profesor de vincular a los niños con Cristina, pero el padre también tiene la función de regresar el valor. Esto no solo se suelta aquí, el papá debe traer un bagaje cultural que acompañe al niño, la vinculación sociocultural», exalta el administrador general.
Detalla que, en la ofrenda, todos los elementos tienen un significado, por ejemplo: el plato con sopa alude a los fideos con los que José Emilio la esperaba en casa. Y la pluma evoca a ese artículo que ocupaba sus manos durante las entrevistas.
A la par, el altar agrega elementos llamativos un tanto ajenos a la homenajeada, como los cráneos artesanales elaborados por la familia Linares. «De éstas ya no hay, tienes que ir y que te hagan una», señala el administrador.
Fuente: Milenio
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