Soplan vientos de tormenta. México en el ojo del huracán. Gane quien gane, Kamala o Trump, en ascuas nuestra relación bilateral

Está por concluir la jornada electoral de Estados Unidos. Una contienda muy cerrada, de pronóstico reservado. Kamala o Trump. Trump o Kamala. La moneda está en el aire. El destino internacional se juega en un volado.

Soplan vientos de tormenta. Gane quien gane en el país vecino del norte provocará un reacomodo de las fuerzas de poder en el mundo. El radicalismo y la polarización de la sociedad norteamericana, y en consecuencia, de sus candidatos a la presidencia, traerán sin duda cambios fuertes y beligerantes en materia de política exterior.

Hoy por hoy, quiérase o no, México es el vecino incómodo de Estados Unidos. Ser su principal socio comercial no nos convierte en amigo y aliado estratégico. Nuestra cercanía y problemas internos representan un motivo de preocupación serio en el tema de su seguridad nacional. Ahora más que nunca, Estados Unidos está ante una amenaza terrorista por su involucramiento y apoyo en las guerras de Ucrania e Israel.

En este contexto, el gobierno mexicano está en una situación compleja. Por una parte, es el inicio de un nuevo sexenio inmerso en una peligrosa e incontrolable inseguridad. Por la otra, las reformas constitucionales, en especial, la judicial y la de los órganos autónomos, han generado un ambiente de confrontación. La falta de diálogo y construcción de acuerdos políticos con las oposiciones enrarece la atmósfera política nacional e internacional.

Ahora, el debate de los candidatos del país vecino ya no es sólo sobre la frontera norte; se comienza a hablar de la frontera sur en los discursos de Kamala y Trump. Incluso, se menciona la posibilidad de construir un muro sureño para contener a los migrantes y poner orden en esa región. La frontera sur no necesita muros; necesita, con urgencia, seguridad y desarrollo para la vida y bienestar social.

El futuro éxito comercial y económico del gobierno actual está en una encrucijada. Es variable dependiente del desenlace de los próximos acontecimientos políticos electorales de nuestro vecino. Gane quien gane, su nueva conducción política será dura y conservadora. Está tocando a nuestra puerta el advenimiento de una visión proteccionista, una revisión drástica del T-MEC y un cambio radical en el tratamiento de la política migratoria y el combate a la criminalidad en nuestro país.

El mejor antídoto para enfrentar esta posible realidad sería abrir el diálogo político democrático, consensuar la reforma judicial, convocar a la unidad nacional y, juntos, accionar de inmediato una nueva estrategia de seguridad, garantizar el Estado de derecho, certeza al sector empresarial y proponer programas conjuntos (Estados Unidos-México-Canadá) para el desarrollo de la frontera sur. Muros, NO. Desarrollo, SÍ.

No podemos apostar a nuestra supuesta fortaleza comercial. Es frágil, dependiente y débil ante las acciones proteccionistas que puede tomar nuestro socio comercial. En gran medida, somos maquiladores del gran mercado del norte.

El 5 de noviembre se iniciará otra etapa. Fin de una época, inicio de otra. Ojalá el gobierno tenga la capacidad de enfrentar con éxito el vendaval de la tormenta.