México se encuentra en el centro de una pugna geopolítica que está a punto de hacer ebullición con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Las crecientes tensiones entre China y Estados Unidos han generado una nueva ‘Guerra Fría’ donde ambas potencias se disputan territorios estratégicos. México es uno de ellos.
China es claramente la mayor amenaza para la hegemonía estadounidense. Está dejando de ser la gran fábrica del mundo para transformarse en el líder tecnológico. Según datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), en la última década las empresas chinas han solicitado aproximadamente el 75 por ciento de las patentes en inteligencia artificial y el 40 por ciento de las relacionadas con el estándar 6G. China ya aventaja a Estados Unidos en sectores estratégicos como las baterías y busca reclamar su propiedad intelectual.
Paralelamente, China desea establecerse como un socio estratégico de México, incursionando agresivamente en sectores clave como la industria automotriz. Las inversiones chinas no solo buscan conquistar al mercado mexicano, sino que también pueden funcionar como una plataforma para utilizar al T-MEC y exportar productos hacia Estados Unidos.
Aunque Marcelo Ebrard insista en que la inversión china en México ha sido ‘mínima’, las propias cifras de la Secretaría de Economía demuestran que se ha triplicado en los últimos cuatro años. Para Estados Unidos, la creciente presencia de China en México es un riesgo estratégico, no solo desde la perspectiva comercial, sino también para la seguridad interior.
México enfrenta una decisión crítica. Por un lado, las inversiones chinas ofrecen oportunidades económicas inmediatas, desde la creación de empleos hasta el desarrollo de infraestructura tecnológica. Por otro lado, aceptar estas inversiones podría desencadenar represalias de Trump.
Nuestro país debe evitar colocarse en un juego de suma cero donde tenga que escoger entre una de ambas potencias; para ello podría adoptar un enfoque dual: diversificar sus alianzas económicas, aprovechando las inversiones chinas de manera selectiva, mientras fortalece su cooperación con Norteamérica en sectores clave como el tecnológico, energético y manufacturero. Este equilibrio permitiría a México capitalizar su posición geográfica, evitando depender exclusivamente de una sola potencia.
El avance tecnológico de China y su incursión en México son percibidos como un desafío para EU. En este contexto, es esencial que Washington reconozca la importancia de nuestro país como un socio estratégico en su lucha por mantener el liderazgo global. Para México, este es un momento decisivo que podría redefinir su papel en el orden económico mundial. La clave estará en encontrar un balance que le permita beneficiarse de la competencia entre China y EU sin comprometer su estabilidad política y económica.
Post scriptum. Trascendió que el director general del IMPI, Santiago Nieto, se reunió hace unos días con la consejera jurídica de la Presidencia, Ernestina Godoy. ¿Habrán hablado sobre el nuevo Reglamento de la Ley Federal de Protección a la Propiedad Industrial? Llevamos cuatro años esperándolo; más vale tarde que nunca, sería un gran avance para la materia.