Una huella insostenible

¿Qué estás haciendo para reducir tu huella de carbono en el planeta?

En Universidad Insurgentes hemos instalado paneles solares, separamos y reciclamos residuos, pero principalmente ofrecemos una educación que permita a nuestros estudiantes crear soluciones para combatir el cambio climático.

En esta temporada de huracanes han muerto en el mundo 500,000 personas más de las que normalmente mueren y se debe a la afectación que hemos provocado los seres humanos con nuestras formas de consumo.

Universidades, formadoras de pensamiento crítico

Te hablo de tragedias como las que han sucedido, recientemente, en Valencia, España, y no tan lejos, en Acapulco, Guerrero. Algo tenemos que hacer.

¿Sabes de qué tamaño es la huella que tú dejas en el planeta?

Carmelo Santillán Ramos, fundador de CSR Consulting, especializada en sostenibilidad, nos dice que los mexicanos generamos al año entre 4 y 5 toneladas de CO2. Es una cifra que cae con todo su peso sobre nuestras espaldas.

Según Carmelo, cada vez que tomamos el auto y avanzamos un kilómetro, emitimos 200 gramos de CO2; cada cinco, es un kilo. Basta recordar la distancia que recorremos diariamente para alarmarnos sobre lo que estamos haciendo con el planeta y su clima.

Sólo México estaría generando 650 millones de toneladas de CO2 al año.

Precisamente, el transporte es lo que más dióxido de carbono genera. Un viaje en avión de 11 mil kilómetros, para ir a Europa, por ejemplo, emite dos toneladas.

Pero la comida, particularmente las carnes, también provocan gran número de las emisiones a la atmósfera.

La huella de carbono es una métrica para calcular el CO2 que generamos al consumir energía fósil o eléctrica, y está presente en casi todo lo que el ser humano hace.

Carmelo propone poner etiquetas en cada producto para mostrar cuántas emisiones arroja a la atmósfera su elaboración y para informar qué tipo de energía se usó. Algo así, como las etiquetas nutricionales.

El consumidor tendría la libertad y derecho de comprar cualquier producto o servicio sin importar qué tanto contamina, pero sería de esperar que el mercado castigue a los más ineficientes.

Particularmente, los inversionistas no trabajan con mucha facilidad con organizaciones que resultan un riesgo para el planeta y, por lo tanto, para su dinero.

Hoy en día no todas las empresas o productores pueden someterse a una evaluación rigurosa sobre su huella de carbono, particularmente las pequeñas. Sin embargo, en su mayoría las grandes ya están incorporadas a esta cultura al tiempo que van alineando a sus proveedores, pues ya es un elemento de competitividad.

Adiós al modelo tradicional de universidades: estamos cambiando

En el caso de Universidad Insurgentes, los paneles solares que colocamos lo hicimos con crédito bancario “verde” que redujo nuestras tasas de interés y con lo cual en tres años habremos pagado la inversión con los ahorros por la baja en consumo de energía eléctrica. Es decir, nos van a salir gratis.

Carmelo advierte que la mayoría de las empresas quieren obtener este tipo de beneficios, en que te muestras más limpia ambientalmente, al tiempo que eficientan sus costos. Sin embargo, muchas no se dan la oportunidad de evaluar las posibilidades.

Creo que es urgente que tomemos medidas y que vayamos avanzando poco a poco. Suena complejo, pero se puede simplificar; suena caro, pero hay mecanismos para hacerlo de manera barata.

Se le llama sostenibilidad, que en palabras de Carmelo, significa no generar ningún impacto ambiental negativo en nuestras operaciones y tener un alto nivel de gobernanza.

Con iniciativas pequeñas podemos ir disminuyendo el impacto negativo de la actividad humana en el planeta, pues al final todo suma.

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Author: Ricardo Phillips